La pandemia y sus efectos en la actividad económica está obligando a numerosos comercios a echar el cierre, otros tienen que prescindir de trabajadores por la menor demanda. En Benavente son numerosos los comercios de proximidad, muchos de ellas de carácter familiar, que han logrado consolidar su actividad económica durante décadas , pasando de padres a hijos, y que ahora se ven afectados por problemas de liquidez. Todos ellos es que creen que la apuesta por el comercio local es la apuesta por la reactivación económica de la ciudad. “Dejar el dinero en la zona es apostar por ella, es subsistir”.

En un recorrido por las calles de Benavente son numerosos los comercios locales que siguen “aguantando” en estos tiempos en los que “apenas se ve gente por la calle”, “la gente no sale a comprar como antes”, explican. “Esto está fatal, estamos resistiendo porque queremos intentarlo hasta el final”, añaden otros.

“Esto no es una crisis al uso, no hay celebraciones de ningún tipo, la gente no compra para ella sola”

Uno de estos negocios es la “La Rosa de Oro”, un establecimiento comercial textil con ropa para mujer, hombre y niños y también artículos para el hogar en el que, como dice algún cliente, “aquí encuentras de todo”.

Deme y Puri son los que ahora están detrás del mostrador, son dos hermanos que crecieron con el negocio familiar que abrió sus puertas en Benavente en el año 1976. “El que menos tiempo llevo aquí soy yo y llevo ya cuarenta años”, explica Demetrio quien junto a su hermana Puri atienden a los clientes. Con la caída de las ventas, todos los trabajadores han ido pasando por el ERTE.

Tras atender a un par de clientes explican que “el momento actual es de incertidumbre, todo es nuevo, da igual lo que te comenten, esto no se ha pasado antes, no es una crisis al uso”, explica Deme. Aseguran que la gente “se retrae”, “no sale de casa”, y la falta de celebraciones como bodas o comuniones, o las fiestas en los pueblos ha supuesto para ellos también un bajón en las ventas. “Todo lo que tiene que ver con ceremonias nos afecta. No vendemos para fiestas pero tampoco para el día a día porque la gente no sale de casa no tienen necesidad de comprar”, añade.

Sí les ha “salvado” que tienen artículos de casa”. Los Reyes este año “han sido todo cosas del hogar. La gente no compra para sí misma, pero a la hora de hacer regalos han tirado por artículos para el hogar”.

Los clientes de La Rosa de Oro tienen un perfil “muy amplio, porque aquí puedes encontrarte con gente de veinte años, pero que vienen con los padres o los abuelos”.

Pero aseguran que se ha visto un bajón importante de clientes de los de “toda la vida” con una media de edad de más de cincuenta años “que ya no vienen a comprar, que no salen de casa por los problemas de salud que tienen o porque tienen miedo del COVID”.

El comercio local, un modo seguro para la reactivación económica de la ciudad. / E. P.

Al igual que comercios de otros sectores aseguran que la dinámica del comercio ha cambiado con el auge de Internet, más aún desde que se declaró el Estado de Alarma. “Somos un comercio de cercanía pero desde hace tres o cuatro años utilizamos las redes sociales como un nuevo escaparate. Es un modo de quien está en casa y está conectado te tenga en cuenta. Si no estás no existes”, explican, utilizando palabras de otros compañeros de negocios de cercanía. Los medios online les ayudarán a darse mayor visibilidad.

El caso de la Rosa de Oro es de los “privilegiados” puesto que no pagan alquiler por el local donde está en plena calle Herreros. “Pero si quieres tener stock, hay que seguir pagando los productos a los proveedores, esto no es una broma lo que está pasando y ni siquiera salvamos en rebajas, la gente no sale y no compra, la tendencia es la que es y se hubiera notado en los primeros días”.

Otros negocios sí tienen que pagar el alquiler de sus locales, además de otros gastos habituales y unas ventas reducidas, como es el caso de Flandes, una tienda de otro sector, el de los complementos. Un sector al que la situación actual de pandemia y crisis económica está golpeando fuerte. “El año ha sido muy duro y lo único que ha salvado un poco ha sido la campaña de Navidad”, explica José Luis Muñiz. Flandes también es un negocio familiar, con menos trayectoria pero con recorrido ya de 18 años ya en la ciudad. También explica que ha cambiado el modo de comprar de los clientes. “Lo que antes era la compra para uno mismo ya no existe. Ahora se hacen regalos, pero no para uno mismo”, explica. “Prácticamente todo es regalo para otros, para uno mismo no hay compras. Ahora la gente pasea y se va para casa, no compra”.

Las expectativas para 2021 son de incertidumbre, algo en lo que todos coinciden. “Nosotros hemos hecho una apuesta por Internet, pero no es fácil. Es un paso que nos obligamos a dar por intentar todo”, asegura Jose. Competir con grandes plataformas para un comercio pequeño es muy complicado, pero es lo tenemos que hacer”.