El fenómeno de la luz equinoccial en la iglesia de Santa Marta de Tera regresó puntual un año más este viernes, pero las nubes impidieron contemplar el efecto el sábado, durante el segundo día del ciclo.

El grupo de varias decenas de personas que se había desplazado hasta la localidad tuvieron que marcharse sin contemplar el efecto, según informó el alcalde de Santa Marta, José Esteban.

Este año la pandemia ha impuesto las mismas normas de seguridad e higiene que en cualquier otro acto colectivo: sólo se permite el acceso de público hasta ocupar la mitad del aforo manteniendo las distancias de seguridad, y es obligatorio el uso de mascarillas e gel hidro alcohólico a la salida y a la entrada. Este año nada de conciertos ni de eventos musicales durante el fenómeno, ni tampoco alocuciones ni actos similares, como sí ocurrió en ediciones anteriores.

Hoy domingo, y también el lunes y el martes, podrá contemplarse de nuevo el fenómeno si el tiempo no lo impide, aunque las previsiones meteorológicas auguran nubes y precipitaciones desde primera hora de la mañana.

El fenómeno de la luz equinoccial se produce durante cinco días en torno a los equinoccios de primavera y otoño, a las ocho horas solares (nueve de la mañana en el mes de marzo y una hora después, a las diez, en septiembre), la luz del sol entra por el óculo que preside el altar mayor de la iglesia románica de Santa Marta de Tera y se va desplazando paulatinamente hasta iluminar por completo un capitel en particular.

La teoría más conocida sostiene que se trata del alma de Santa Marta que, desnuda y desprovista de toda atadura material, asciende a los cielos en una almendra mística sujetada por dos ángeles. Hay quien piensa que en realidad no se trata de Santa Marta, sino del alma de cualquier cristiano sincero, para recordar a todos los fieles cuál es el camino por el que se entra en el Reino de los Cielos.