Carlos Blanco, sobre su moto. / E. P.

“Hay que mirar para adelante. La vida solo se vive una vez. Hay que levantarse y hacer cosas y pensar que la vida continúa”. Así afronta cada día Carlos Blanco, un piloto benaventano discapacitado que, a pesar de las dificultades del día a día, asegura que la vida le cambió hace 16 años tras un accidente de tráfico pero nunca ha dejado de perseguir sus sueños. Hoy saldrá a la pista del Campeonato de España de Superbike en la modalidad Handy ESBK, una modalidad destinada a personas con discapacidad, con el objetivo de dar visibilidad y animar a las personas que han pasado por situaciones similares a la suya para que no dejen atrás sus sueños. Será el debut de Carlos Blanco en esta prueba que se disputa en el circuito Ricardo Tormo de Valencia.

“Todos tenemos algún bajón, eso es así. Pero yo invito a todos a que persigan sus sueños, sean los que sean y les digan lo que les digan. Yo me he encontrado con muchas críticas en mi día a día por continuar con mi forma de vida, no concibo la vida sin la moto. Pero la verdad que lo que no concibo es dar pena”, señala.

Carlos sufrió un accidente de tráfico con la moto cuando tenía 28 años y como resultado tuvo que someterse a una amputación tibial de la pierna izquierda y sufrió secuelas en la pierna derecha, en la rodilla y el tobillo. También tiene afectado un dedo del pie que hace que pierda a veces el equilibrio. Otra de las secuelas le afectó a la cabeza en que sufrió el hundimiento de la parte frontal lateral derecha, con reconstrucción de la nariz y afección en el glóbulo ocular derecho y también tuvo quemaduras en las cuatro extremidades.

Lo cuenta con toda naturalidad, restando importancia a las secuelas señala que es como “Robocop” y aunque dice que es un tópico lo cierto es que le cambió la vida. “Tuve que dejar los trabajos que tenía. Antes solo me dedicaba a trabajar porque mi modo de pensar era que cuanto más trabajaba más dinero tenía y mejor calidad de vida iba a tener. Y me estaba equivocando completamente. Porque lo único que hacía era comprar cosas más caras pero no las disfrutaba. Tras el accidente me cambió la vida, bajé unos escalones económicamente pero empecé a tener mejor calidad de vida, tiempo para mí”, aseguró.

Y en esa vida que comenzó de nuevo tras el accidente no faltan sus aventuras sobre la moto. Al hablar de ella no pierda la sonrisa. Carlos asegura que “no es una afición es una forma de vida. No concibo la vida si no estoy montándome en dos o tres ruedas. Hay gente que lo comparte o no, pero me acuerdo que cuando estaba en el hospital y me dijeron que me amputaban parte de la pierna ya estaba pensando cómo gestionarlo”.

Tras el accidente estuvo el primer año en silla de ruedas y no ha dejado de hacer deporte para facilitar la movilidad que parecía que no iba a tener nunca. Cuando comenzó a tener movilidad optó por hacerse con un quad. Pero “estaba con la ventana abierta y oía pasar las motos y se me caían las lágrimas”. Tras tener una necesaria conversación con sus padres asegura que tenía claro que “necesitaba tener una moto, aunque fuera para verla aparcada en la cochera, sonreír y volver para casa”.

Ahora no solo la tiene aparcada en la cochera sino que es monitor de rodadas. Hoy saldrá a competir con su BMW S1.000 RR, es la penúltima modernización desde el 2015 al 2019 preparada para circuito. “En la de circuito inclinamos mucho más y he puesto el cambio a la derecha y el freno trasero en el pulgar de la mano izquierda. En la de la calle no necesito adaptación. Vamos más a hacer rutas gastronómicas, aunque ahora que me estoy preparando para el nacional estoy a dieta, es un modo de tener también vida social. Y gracias a las motos he vuelto a subir a Presa Rota, en Sanabria. Y eso yo no podría hacerlo sin la moto”.

Carlos tiende la mano a las personas que no sepan cómo afrontar situaciones similares a la suya. De hecho en Zamora colabora con una ortopedia que en ocasiones pide su ayuda para colaborar con discapacitados que no saben como enfrentarse a su nueva vida.