En estos tiempos en los que el teletrabajo ha llegado para quedarse, las oportunidades no son las mismas para todos pueesto qe en zonas rurales la falta de conexión a a Internet hace que particulares y empresas pierdan oportunidades de negocio o laborales. El estado de alarma y el confinamiento dejaron en evidencia las grandes carencias en la comarca. Teletrabajo, clases online y videollamadas con los seres queridos se vieron dificultadas y, en muchos casos, imposibilitadas por la deficiente conexión a Internet.

Claudio Delgado, alcalde del Ayuntamiento de Santibáñez de Vidriales que engloba ocho núcleos de población, afirma que solo Santibáñez y San Pedro de la Viña tienen acceso a fibra óptica, después de reclamarla durante más de diez años, al ser los núcleos de población más grandes del municipio. “Los otros pueblos no tienen fibra y la conexión a Internet, donde llega, es malísima”, lamenta. “La fibra óptica ya pasaba por el municipio en dirección a La Bañeza y nosotros empezamos a pedirla hace como diez o quince años”, añade Delgado. Aun así, no todo el pueblo dispone de fibra óptica. “Los negocios más grandes del pueblo se han quedado excluidos de la fibra por estar fuera del casco urbano”.

Manuel Clerigué, alcalde de Santibáñez de Tera, también denuncia estas deficiencias. No obstante, afirma que “podemos considerarnos afortunados porque tenemos ADSL, porque otras localidades cercanas no tienen ni siquiera eso”. “Es triste que a estas alturas no tengamos una fibra en condiciones”, lamenta. Y añade que “para leer el periódico o para hacer cuatro cosas vale, pero para teletrabajar es imposible”. Clerigué manifiesta su descontento con las administraciones provinciales y regionales y denuncia que “es un tema que van posponiendo cada año”.

Teletrabajar se hace misión casi imposible. Cortes continuos en una conexión que ya de por sí es deficiente y cuya velocidad es muy reducida. Muchos utilizan su teléfono como router para poder trabajar.

Mateo Rivera forma parte del equipo de orquestación de demos de una empresa tecnológica de renombre, para la que teletrabaja desde su domicilio en Santa Croya de Tera. “Cada vez que tenemos un problema, mandamos un mensaje y utilizamos Skype o Microsoft Teams para solucionarlos por videollamada”, explica. “Todos los días dedicamos una hora o tres cuartos para que cada uno vaya diciendo cómo le ha ido”, continúa.

No obstante, no han sido pocas las ocasiones en las que esas videollamadas le han dado más problemas de los que le han solucionado. Afirma que cuando tiene que compartir pantalla con sus compañeros de trabajo para solucionar algún asunto, la ínfima velocidad de conexión “hace que los contrarios vean una imagen pixelada en la que no se ve nada o, en su defecto, ven lo que yo he visto hace 50 segundos, lo que dificulta mucho la comunicación”. “Yo hablo, pero la gente no ve lo que yo veo, sino que ven lo que he visto hace casi un minuto, y eso pues es un problema”, denuncia.

ESTUDIANTES Y DOCENTES SE ENFRENTAN A FALTA DE ACCESO DESDE SUS CASAS

El teletrabajo se plantea en estos tiempos como una oportunidad de trabajo en las zonas rurales, que además tendrían la oportunidad de repoblarse. No obstante, el hecho de no disponer de una conexión fiable echa por tierra las aspiraciones de muchas personas que hayan podido llegar a plantearse teletrabajar desde el pueblo.

“Estamos perdiendo muchas oportunidades, y más en la situación en la que nos encontramos”, lamenta Manuel Clerigué, alcalde de Santibáñez de Tera. “Hoy en día, para las empresas, si no estás en internet, no existes”, añade.

Otros de los grandes perjudicados por estas circunstancias han sido los estudiantes y los docentes. Las clases online han supuesto muchas complicaciones a todos los niveles del ámbito educativo, y más para aquellas personas que han tenido que sobrellevarlo en un entorno rural.

Muchos fueron los estudiantes que decidieron quedarse en su segunda residencia porque, de lo contrario, les hubiera sido mucho más difícil terminar el curso.

Diego García es un estudiante que decidió volver desde Salamanca a su primera residencia, Santa Croya de Tera a pasar el confinamiento. “Yo no tenía Wi-Fi en casa, usaba la red móvil, y aun así se sobresaturaba porque había mucha gente conectada”, denuncia.

“No tiene las mismas oportunidades una persona de una ciudad o que tiene acceso a fibra, que una persona que ha tenido que llevar sus clases online en una localidad más pequeña y sin conexión a Internet y eso es algo que puede volver a pasar”, afirma Manuel Clerigué.