La entrada en la “nueva normalidad” no ha sido fácil para la mayoría de la población pero menos aún para aquellas personas que padecen Alzhéimer. El Centro de Día de Alzhéimer de Benavente ha ido recuperando su actividad y para ello ha tenido que ofrecer a los enfermos una adaptación progresiva a la nueva situación, haciendo hincapié en todo momento en favorecer su seguridad y tratar de recuperar poco a poco la normalidad. La situación actual es complicada para los enfermos que tienen que adaptarse a una serie de normas y restricciones cambiantes y que, en ocasiones, les resulta complicado entenderlas o seguirlas.

"Su entorno habitual ha cambiado. Hay menos gente paseando y menos contacto, las personas llevan mascarilla, todas estas cosas facilitan su desorientación. Por ello la entrada en la nueva normalidad ha tenido que ser gradual, con salidas breves y retomando actividades”, explicó Marisol de la Cal, trabajadora social en el Centro de Día que gestiona la Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzhéimer (AFA) de Benavente.

El pasado día 29 de junio se retomó de nuevo la actividad con los usuarios de estancias diurnas. “Todos están en grupos burbuja, es decir, que la misma auxiliar que va con ellos en el transporte social, desde sus domicilios hasta el centro, es la que realiza los ejercicios con ellos. Antes las auxiliares rotaban pero ahora siempre está el mismo grupos con la misma auxiliar”, añadió.

Tras los primeros quince días de adaptación de estas personas, la asociación ha puesto en marcha también la promoción de la autonomía personal a través de talleres de estimulación cognitiva, con servicios que se ofrecen durante tres horas de lunes a viernes, solo de mañana o solo de tarde; o promoción de la autonomía personal a través de talleres de memoria que son dos días a la semana , los lunes y los miércoles durante dos horas.

De modo que en la actualidad, entre el Centro de Día y los servicios de promoción de la autonomía personal la asociación atiende diariamente a unas 45 personas, de Benavente y otros pueblos de la comarca de Los Valles.

“Los servicios están totalmente separados para afianzar la seguridad de estas personas y de los propios trabajadores. Cada servicio está en un ala diferente del centro”, señaló la trabajadora social.

El confinamiento total supuso una ruptura de las rutinas tan importantes para estos enfermos que encuentran en ellos la estabilidad. La situación les obligó a no poder acudir a sus sesiones en el Centro de Día, a cortar las relaciones con familiares o a no salir a pasear como algunos venían haciendo. “Se ha notado un cambio importante en los enfermos de Alzhéimer y podíamos decir incluso que un deterioro. La situación ha generado tanto a ellos como a los cuidadores mucha incertidumbre”, explicó la trabajadora social.

“Aunque no hemos podido trabajar directamente con ellos, desde la asociación hicimos todo lo posible para ofrecer una atención psicológica y que no dejaran de hacer la estimulación cognitiva. En el momento que pudimos, dentro del Estado de Alarma, empezamos a llevarles tareas a domicilio. Lo que habíamos era dejarles en el buzón las tareas que ellos podían realizar en su casa y trabajar con el cuidador principal. Pero hay que reconocer que ha tenido que ser el cuidador el que se ha hecho cargo de todo. Ellos han sido verdaderos héroes puesto que no solo tener la atención del enfermo las 24 horas del día, sino también intentar trabajar con ellos la estimulación es algo muy duro”, reconoció De la Cal.

En el día a día en el centro de Alzhéimer las medidas de seguridad empiezan ya en el propio domicilio del enfermo. “Cuando vamos a recoger a la personas en su domicilio, se pregunta a los cuidadores si ha tenido alguno de los síntomas destacados del COVID y se toma la temperatura. Y no llevamos la ocupación completa del vehículo. Esto se ha reducido a la mitad por lo que nos obliga a realizar el doble de desplazamientos y también a invertir más horas en esta labor”, añadió.

Y dentro de los servicios de Centro de Día se han establecido tres unidades de convivencia con un máximo de ocho personas por cada unidad de modo que pueden mantener una distancia de seguridad de al menos dos metros entre los usuarios. “Llevamos un protocolo muy estricto puesto que trabajamos con gente mayor, somos muy conscientes de ello”, explicó De la Cal.

Los trabajadores cuentan con EPI’s, donados por los veteranos del CD Benavente, para garantizar la seguridad de los mayores y de los propios empleados para los momentos en que es necesario el contacto, como por ejemplo cuando necesitan ir al baño. También tienen una ropa y calzado específico dentro del Centro de Día. “Hay otros aspectos como la higiene de manos y desinfección en lo que hacemos mucho hincapié con los propios enfermos, con los que trabajamos actividades específicas para que lo lleven a su práctica diaria, que entre a formar parte de sus rutinas”. También cada vez que se cambia la actividad se desinfecta la sala.

Los trabajadores, además, recibieron un curso específico sobre el COVID y se les informó puntualmente del protocolo. La nueva situación ha obligado a la asociación a ampliar la plantilla y el Centro de Día de Alzhéimer cuenta ya con 17 trabajadores.El Centro de Día de Alzhéimer de Benavente ha ido recuperando poco a poco su actividad y en la actualidad acoge a 45 enfermos para los diferentes servicios, estancias diurnas y promoción de la autonomía personal. La nueva normalidad ha llevado a cambios en la forma de trabajar con los mayores, a aumentar los desplazamientos y reducir los grupos y también a la necesidad de más gente trabajando.