—¿Por qué ha optado por apostar por este proyecto relacionado con el tratamiento del cáncer?

—Tras mis estudios en la Universidad de León, elegí hacer un máster de investigación de ciencias numéricas porque al final aunque no tengas muy claro lo que quieres estudiar lo que sí tenía claro es que tenía que hacer una tesis y especializarme en un tema en profundidad. En mi caso algo relacionado con el metabolismo y la mitocondria que es un tema que siempre me ha llamado y me ha gustado mucho. El trabajo que hice de fin de máster también estaba relacionado con la mitocondria y quería ir por ahí. Surgió una beca del CTI (Ciencia, Tecnología e Innovación) y la apliqué en el laboratorio del profesor Cuezva en 2015 y conseguí acceder, sabiendo que él, además de trabajar con mitocondria, tiene un amplio bagaje de estudio del cáncer. Era un poco como el lugar perfecto para poder formarme y tener acceso a este tipo de investigación de la mitocondria y además relacionado con la patología del cáncer y otras que se estudian. Cuando vi la oportunidad, con el currículo que el profesor Cuezva tiene, no quise dejarla pasar.

—A lo largo de los distintos estudios e investigaciones en los que ha estado trabajando supongo que la prueba-error es algo que se repite. ¿Qué supone lograr resultados satisfactorios tras el trabajo realizado?

—Es muy importante. Cuando empecé la tesis lo hice un poco a ciegas al principio, tenía una idea de proyecto que no sabía qué iba a pasar y al final, después de haber probado muchas cosas que a veces salen mal, cuando empiezan a salir bien pues claro es muy satisfactorio. Partimos de una librería comercial de fármacos y puede haber alguna opción válida y puede que no. La hipótesis de trabajo está ahí, pero puede ser que no se consiga nada interesante de la investigación o puede que haga algo que te pueda interesar y puedas continuar. Cuando después de hacer muchas cosas y muchos experimentos que ves que lo que pensabas no funciona tan bien como te gustaría, llegas al final a encontrar una molécula aprobada para su uso en clínica y que los resultados son tan claros ha sido estupendo y emocionante ver los resultados finales.

—¿Por dónde continúa ahora su investigación?

—Estamos trabajando con compuestos activadores en enfermedades mitocondriales, con problemas neuromotores. Estamos intentando un fármaco que aumente la capacidad de acción de las mitocondrias. Son enfermedades que no tienen tratamiento en la actualidad.

—¿En el tiempo que lleva investigando ha visto proyectos que se han tenido que quedar en el camino por falta de inversión económica?

—Sí claro. Es un handicap en este país. Tanto por la falta de subvenciones y proyectos del Estado y otras administraciones como por falta de personal que puede participar en ellos por tener dinero suficiente para pagar ese personal. Hay contratos precarios en todo el sector, grandes ideas se quedan en el camino. Yo he contado con una beca de cuatro años para realizar la tesis que pude hacer por completo y después he enlazado con otra beca de la Comunidad de Madrid para investigadores posdoctorales. Todo el tiempo es la búsqueda. En muchos casos hay que elegir entre comprar el material para investigar o pagar los contratos, o las muestras no se pueden enviar... Nos vemos en una situación inestable en el tiempo.

—¿Se plantea salir de España para continuar con tu carrera profesional?

—Sí, yo tengo ganas de salir de España. He continuado en este laboratorio que es estupendo y porque teníamos este proyecto entre manos. Ahora cuando termine el proyecto me parece importante salir y tener una estancia posdoctoral de unos años en otro país europeo o en Estados Unidos, con más recursos para investigar. El problema más que irnos, que es un poco el proceso natural si quieres seguir en ciencia, es volver. Cuando quieres volver te das cuenta que no hay contratos, que las becas son súper competitivas porque hay pocas.