El constructor del puente sobre el río Esla que quiso completar su obra alzando sobre las aguas la estatua de un caballero cruzado, se habría entristecido seguramente al saber que setenta años después una o varias personas la emprenderían a golpes con el que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un icono a las puertas de Benavente.

Es la segunda vez que la estatuta es vícitma de un ataque. La primera vez, hace unos años, alguien se llevo por delante la parte inferior del rostro del caballo. Ahora, el corcel de piedra ha sufrido nuevamente daños cerca de la cicatrizada herida anterior. Esta vez el jinete ha perdido parte del escudo. El suceso, que debido a la ubicación de los daños en la estatua (en la cara oculta sobre la marcha del tráfico que procede de Madrid y que en ese punto ya tiene a la vista el primer acceso de entrada a Benavente) no deja lugar a dudas de que se trata de daños deliberados, pudo haberse producido hace días.

El autor o autores tuvieron que acceder a la zona en la que se encuentra la estatua de forma premeditada, y una vez en la zona actuar con relativa impunidad golpeándola con un objeto contundente. De hecho, no hay indicios de cuando pupdo producirse el ataque a la estatua. En la zona en la que se alzan el jinete medieval y su caballo, no hay más restos de los destrozos que una pequeña pieza cuadrada de arenisca que podría pertencer a un fragmento de la parte desgajada. El lugar no es accesible sino cruzando los dos carriles de la autovía con el riesgo que esto implica. La parte posterior, vallada, es un cuesto de difícil acceso cubierto completamente por la maleza.

En la zona todavía permanece activo el carril para vehículos agrícolas que habilitó el Ministerio de Fomento para facilitar el tránsito mientras duren las obras de reparación del puente de piedra, el paso usado habitualmente por los agricultores de Castrogonzalo. Este paso pudo haberse utilizado para acceder a esta parte de la autovía. La otra opción pasaría por detener un vehículo junto a la estatua.

Construido en los años cincuenta, el viejo puente sobre el río Esla fue una obra de ingeniería importante para la época. El director de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas, Virgilio Oñate Gil, fue el proyectista. El nombre del constructor no se conoce pero sí se sabe que al terminar la obra decidió dejar su impronta encargando la estatua del caballero. La estatua no es ni Suero de Quiñones, ni un caballero Osorio, ni la figura del Cid. Simplemente se trata de la estatua de un caballero medieval que encajaba bien en el escenario y permitió al contratista dejar un recuerdo estatuario para la posteridad.