La desescalada tras dos meses de confinamiento está abriendo paso poco a poco a la normalidad, pero no de la misma forma que antes de la irrupción de la COVID-19. El miedo al contagio y la desconfianza hacia personas que han estado en contacto con la enfermedad siguen latentes, pese a las medidas de alivio del confinamiento adoptadas a nivel nacional primero, y la entrada en vigor de las fases de desescalada después.

Dentro del bloque de medidas de alivio el Gobierno contempló la apertura de peluquerías y barberías estableciendo las normas de seguridad y protección ante el coronavirus que debían seguirse. En esa semana muchas mujeres comenzaron a preguntar en sus peluquerías habituales cuando podrían pedir cita. Fue también el caso de dos trabajadoras de la residencia mixta Los Valles de Benavente, aunque la respuesta que obtuvieron en los establecimientos a los que acudían habitualmente terminó siendo negativa.

Especialmente fue el caso de una de estas trabajadoras que a través de la aplicación de mensajería preguntó a su peluquera cuando abriría el negocio y podría atenderla. Se sucedieron varios contactos en los que la propietaria del establecimiento explicaba que tenía lista de espera y que tan pronto como tuviera sitio atendería la reserva. Finalmente emplazó a su cliente a acudir el viernes 8 de mayo. La cita duró poco tiempo, porque poco después y a través de la misma aplicación, la peluquera preguntó abiertamente a su clienta si seguía trabajando en la residencia mixta. "Sabes que sí", respondió esta. "Pues entonces es mejor que no vengas. No puedo arriesgarme a un contagio siendo la residencia un foco grande de infección", aclaró la propietaria admitiendo que entendía que la anulación pudiera sentarle mal. La trabajadora de la mixta le explicó que se encontraba sana y no estaba contagiada, que se había realizado un test serológico como el resto de la plantilla de la residencia. La explicación tampoco le valió a la peluquera. "Esos test no son fiables al cien por cien" replicó, alegando que solo las pruebas PCR lo eran. La peluquera apeló al derecho de admisión para defender la anulación de la reserva.

El segundo caso tiene que ver también con una trabajadora de servicios del centro residencial de la Junta, aunque no han trascendido más detalles que la mera confirmación del hecho. Tampoco ha trascendido si fue la misma peluquería u otra la que denegó la atención a esta segunda empleada.

Ambas discriminaciones han sido un asunto de enfado entre la plantilla de la mixta y ha llegado a trascender ligeramente en las redes sociales.

Finalmente, al menos de una de estas dos trabajadoras ha sido atendida con normalidad en otro establecimiento, pero la posibilidad de que estas situaciones discriminatorias se reproduzcan, siguen ahí, como el propio virus que las ha provocado.