Decenas de personas se dieron ayer cita en Fuentes de Ropel para participar en una de las fiestas más arraigadas en la localidad, que con los años se ha ido adaptando a los nuevos tiempos, las fiestas de quintos. En Fuentes este año celebran estas fiestas un total de once jóvenes: Raúl, Ricardo, Guillermo, Andrés, Adrián, Fernando, Alaín, Yoselín, Marta, Nieves y Sergio. Es una fiesta de gran arraigo y tradición, datándose su primera celebración el 17 de Enero de 1731, según recoge el libro "Historia de Fuentes de Ropel", escrito por el licenciado en Filosofía y Teología e historiador aficionado, el ropelano Tomás Osorio Burón.

La celebración comenzó por la mañana con una misa en la que los quintos fueron ataviados con capas de color negro. Tras el acto litúrgico, siguieron la celebración por los bares del pueblo antes del almuerzo. A las cuatro y media fueron concentrándose en la Plaza Mayor y a caballo, y con la música de una charanga, hicieron el recorrido hacia el conocido como Camino de los Judíos. Estuvieron arropados por numerosos familiares y amigos que no se quisieron perder este tradicional acto que ha perdurado en el tiempo.

"En la actualidad, una seria amenaza merodea esta celebración, y no es otra que la gran hemorragia demográfica que sufre el pueblo. Sin apenas jóvenes, con pocas parejas en edad de formar familia", explicó el presidente de la asociación cultural Iniciativas Ropelanas. "Pero últimamente, gracias a los hijos, mejor dicho, ya a los nietos del pueblo residentes en distintas ciudades de la geografía española, los jóvenes en edad de ser quintos, acuden al pueblo a celebrar con sus amigos esa gran fiesta, lo que hace que esta fiesta siga perdurando. En los últimos años con cierta dificultad. Ha habido años que no ha habido quintos (aunque se sigue celebrando San Blas) y al ser pocos se juntan mozos y mozas de dos quintadas distintas. El espíritu festivo y de tradición, se mantiene en este pueblo, con gran orgullo y alegría", añadió.

La carrera de cintas consiste en la colocación de cintas de colores con una argolla cosida en un cajón alargado. De modo que con un punzón y según pasan al trote o a la carrera con el caballo, tienen que sacarlas. "En un principio solo eran cuatro cintas las que se colocaban, aunque últimamente este número de cintas han ido en aumento", señaló Vecino. Después de coger todas las cintas, los quintos retomaban el camino de vuelta a la Plaza Mayor y allí, cada quinto reparte cintas decoradas a las mozas, "ya no solo a las solteras como se hacía antes", para que las luzcan durante el día festivo.

Continua la fiesta con un recorrido por parte de los quintos a todas y cada una de sus viviendas, acompañados de la música de una charanga, que antiguamente era una dulzaina, y degustan dulces y licores hasta la cena de hermandad en una bodega.

Esta fiesta era el preámbulo para realizar el servicio militar de los jóvenes que cumplían la mayoría de edad y se celebraba siempre el 17 de enero. A mediados de la década de los 70 del siglo pasado, se empezó a celebrar el día de los quintos, en coincidencia con la festividad de San Blas, patrono del pueblo. Este cambio en la fecha, fue debido en gran medida a que en Fuentes de Ropel, se celebraba tanto San Antón como San Blas, que distaban entre ambas festividades 15 días, y por eso, tanto los quintos como el Ayuntamiento, decidieron celebrar una sola fiesta. "Pasó a ser como la segunda fiesta principal (después del Cristo de la Indias celebrado en septiembre", explicó el presidente de la asociación cultural Iniciativas Ropelanas. Esta fiesta se celebraba el 3 de febrero, aunque en los últimos tiempos la celebración se hace coincidir con el fin de semana más cercano a dicha fecha.

La fiesta de quintos era hasta la década de los 90 exclusiva de los hombres y entonces pasaron a sumarse las mujeres jóvenes. Ayer quintos y quintas celebraron juntos esta festividad.

La celebración continúa mañana en la localidad con la festividad de San Blas. Para ello habrá misa y después reparto de roscas típicas y también de cintas.