Los vecinos Villaferrueña, en colaboración con el Ayuntamiento, se han unido este puente de la Constitución para recuperar la matanza tradicional del cerdo, una actividad vecinal que pretende mostrar a los más jóvenes de la localidad una de las faenas que realizaban no hace mucho tiempo sus mayores en el pueblo. "Cuando yo era niña era habitual, era algo que hacían prácticamente todos los vecinos y se mataban uno o dos cerdos. Ahora, en el pueblo, quizás queden dos familias que siguen haciendo matanza domiciliaria", explica una vecina de la localidad.

Con la matanza del cerdo las familias aprovechaban la carne y elaboraban embutidos de consumo familiar para todo el año y se realizaba "por estas fechas", con la llegada del frío. De hecho este fin de semana las familias que aún mantienen este proceso han aprovechado los días festivos para hacer chorizos o salchichones, en los pueblos de la comarca.

En Villaferrueña han aprovechado los días festivos para organizar por primera vez una tradicional matanza en la que tras el sacrificio del animal, algo que sí ha ido cambiando con la normativa, se llevó a cabo el chamuscado de la piel del cerdo con el encaño que "se sacaba de la paja del centeno y con eso se iban quemando los pelos de la piel del cerdo". Después se limpió con agua. El ritual se llevó a cabo en la plaza del pueblo. Tras la limpieza de la piel se abrió el cuerpo en canal y se sacaron las tripas antes de colgarlo.

Los vecinos facilitaron una muestra al veterinario para descartar posibles enfermedades del gocho que puedan ser transmitidas a las personas.

Tras este proceso se ha tenido colgado un día entero para que el cuerpo del gorrino se enfríe. El animal sacrificado, una cerda, fue un regalo de un cebadero de Valcabado.

Entre los colaboradores se degustó la asadurilla, el espinazo y el "alma" con patatas, tras el visto bueno del veterinario.

Al día siguiente, otro motivo de encuentro vecinal, el asado del cerdo. No se ha optado por despedazar al animal, sino que en esta ocasión se asó por completo para la degustación de todos los asistentes. El cochino estuvo unas ocho horas a la brasa y, el tiempo lo permitió, los vecinos pudieron degustarlo en la misma plaza del pueblo.

La experiencia parece que ha gustado y la intención es volver a repetir el próximo año, aprovechando la presencia de más gente en el pueblo por estas fiestas.