Los bomberos de Benavente también rescatan gatos. O al menos lo intentan. Ayer no lo consiguieron tras casi una hora de trabajo bajo un sol machacón y 33 grados de temperatura, la misma que la sensación térmica, según la estación meteorológica del colegio Virgen de la Vega. Desde primera hora de la mañana varios vecinos telefonearon a la Policía Local dando cuenta de que había un gato doméstico en el tejado de una vivienda de la calle Cervantes. Los vecinos informaron reiteradamente a los agentes del incidente, advirtiendo de que el gato era doméstico y no callejero, y de que su integridad podía correr peligro.

Así las cosas, y tras la insistencia de las llamadas vecinales, una patrulla se desplazó a la calle Cervantes para confirmar que el gato estaba en el tejado. Terminaron pidiendo la colaboración de los bomberos, que acudieron bajo un sol implacable. Lo hicieron con el camión más potente del parque. La Policía cortó la calle y los bomberos calzaron el camión ayudándose de cuatro tablones especiales para nivelar el vehículo sobre la pendiente y elevar la grúa con la cesta. La operación resultó parcialmente fallida. Comprobaron que el gato, efectivamente, estaba en el tejado, pero descubrieron que no podían girar la grúa.

Debido a este contratiempo decidieron regresar al parque y cambiar de vehículo. Volvieron veinte minutos después con un camión más pequeño. Para subir a la cubierta valió finalmente con una escalera telescópica. El gato, sin embargo, puso los pies en polvorosa. Cuando el bombero pisó la cubierta solo halló restos de pelo gatuno y por ello adivinó el lugar por el que había accedido al tejado. Por si acaso intentaron atraerlo con algo de comida, aunque la espera duró poco. Los bomberos y los dos agentes coligieron que el gato estaba en algún punto entre la casa y la cubierta y conocía perfectamente el camino, así que decidieron dar por cancelado el servicio. La amiga de la propietaria, con otro gato en los brazos, agradeció la labor. Ahora los bomberos tendrán que calcular las tasas: aproximadamente una hora de trabajo y la movilización de dos camiones para capturar un gato que no parecía tener muchos problemas y con la ola de calor en lo alto de la cresta. Ahora solo queda cobrar o imputar el coste a los contribuyentes.