"Por causas que se desconocen, cuando el autobús escolar se encontraba en el medio del puente, perdió el control, y rompiendo la barandilla de protección del mismo, se precipitó al vacío cayendo al río Órbigo". Y entonces, entre "las impetuosas aguas" y "ante el asombro de algunos vecinos de Santa Cristina de la Polvorosa que allí se encontraban", la tragedia se consumó sin que nadie pudiera hacer nada por evitarla.

Las palabras mecanografiadas en un frío papel en el informe oficial de la Subdelegación del Gobierno de Zamora, hace ahora casi cuatro décadas exactas, coinciden con las agujas del reloj de Santa Cristina, que se pararon para siempre aquella fecha: poco más de las cuatro de la tarde, del 10 de abril de 1979. El saldo, el balance, de aquel indeseable siniestro se ha perpetuado para siempre como una cantinela: "48 víctimas: 44 alumnos (posteriormente se confirmaría uno más), 3 profesores y el conductor del autobús". Solo nueve niños y un adulto, un soldado recogido de camino, lograron sobrevivir.

Desde entonces -y están a punto de cumplirse cuatro décadas- "no hay conversación en la que no surja el accidente". Lo reconoce el actual alcalde, Salvador Domínguez, que ultima desde el Ayuntamiento los preparativos para el sencillo homenaje que los vecinos de Santa Cristina ofrecerán el próximo miércoles, sobre las cuatro y media de la tarde, a orillas del Órbigo. "Nadie sabe con exactitud la hora del accidente, pero la intención es hacer coincidir el homenaje con aquello, porque el pueblo no olvida a los niños que murieron aquí", añade el regidor. El Ayuntamiento de Vigo está invitado a participar en el acto -en ocasiones anteriores también se envió la comunicación- y Santa Cristina también hará partícipe al colegio Vista Alegre de Vigo, donde pertenecían los menores y profesores. Una oración hará presentes a todos ellos.

"Es un recuerdo grabado a fuego en el pueblo", es una de las frases que se pronunciarán el próximo miércoles. Para los 48 fallecidos, el Órbigo -cuyo caudal era seis veces superior al habitual- fue su última estación. Para los supervivientes, Santa Cristina se convirtió en un antes y un después en tan solo unos segundos: los que invirtió el autobús de escolares en cruzar el pretil del puente y sumergirse en el agua. Algunos de los "renacidos" aquel 10 de abril generaron un vínculo tan estrecho con el pueblo benaventano, que incluso regresaron en repetidas ocasiones con sus familias, a modo de veraneo, alquilando algunas de las casas de la localidad. El destino, especialmente cruel para los "niños del Órbigo", sus profesores y el conductor otorgó una nueva vida a nueve escolares, pero dos de ellos han fallecido ya.

Y como en cualquier tragedia, en cualquier desastre, cada vecino de la zona recuerda dónde estaba y qué hacía aquella fría, desabrida, tarde. En su caso, el hoy alcalde era un joven de 25 años que se dedicaba a la construcción. Levantaba una vivienda a unos pocos kilómetros, en Santibáñez de Tera. "Acabo de escuchar en la radio que en tu pueblo ha habido un accidente y se han matado cuarenta niños", comunicó, como un jarro de agua helada, el dueño de la vivienda en construcción a Salvador. E incluso precisó que en el Hospital de Benavente precisaban donaciones de sangre. Pero Salvador no se lo creyó. "Cuando entendí que no era una broma, volví a Santa Cristina, sobre las cinco de la tarde. Allí había un jaleo terrible, todo el pueblo estaba en la orilla del río", rememora el regidor.

La tragedia del Órbigo, ese accidente consumado en unos pocos minutos, se convertiría en el accidente de tráfico más grave de Galicia y de España en toda su historia, con el agravante de que quienes viajaban en el autobús procedente de Toledo, Aranjuez y Madrid eran niños de entre 11 y 13 años eran niños. La fatalidad quiso que el vehículo escolar no se completara con los alumnos de los últimos cursos del colegio Vista Alegre de Vigo, y que estudiantes de edades inferiores vinieran a completar las vacantes.

De un suceso así no puede guardarse ningún buen recuerdo? o sí. El pueblo de Santa Cristina se volcó en el rescate de los jóvenes y sus profesores, a pesar de las adversas circunstancias. "No es que Santa Cristina sea un pueblo más solidario que otros, es que cualquier otra localidad hubiera hecho lo mismo, había que ayudar", reflexiona el alcalde. Porque algunas de las personas que estaban más cerca de la orilla del Órbigo no dudaron en lanzarse al agua para salvar vidas. "Lo que se recuerda es la impotencia de ver las cabezas de los niños río abajo sin poder hacer nada por salvarlos", detalla. "La gente de Santa Cristina lloró como si fueran sus propios hijos", añade.

Y el propio Salvador, como otros moradores de la comarca benaventana, experimentarían algunas situaciones imborrables. "Me encontraba de vacaciones en Vigo con mi familia cuando gente del lugar identificó la pegatina de Santa Cristina de la Polvorosa que lucía el coche. Nos preguntaron: ¿Son de Santa Cristina? Respondimos afirmativamente, y nos dijeron que eran familiares de uno de los escolares muertos. Nos acogieron de maravilla en su casa e incluso recuerdo que nos invitaron a desayunar", relata el hoy alcalde. Vínculos imborrables.

Así que el próximo miércoles, la sencilla conmemoración por las víctimas del Órbigo tendrá un mensaje claro y conciso: "No los olvidamos, nunca lo haremos". Será, como en anteriores ocasiones, a la orilla que vivió una de las mayores tragedias que se recuerdan.