Cinco días en torno a los equinoccios de primavera y otoño, a las ocho horas solares (nueve de la mañana en el mes de marzo y una hora después en septiembre), la luz del sol entra por el óculo que preside el altar mayor de la iglesia románica de Santa Marta de Tera y se va desplazando paulatinamente hasta iluminar por completo un capitel en particular.

"La teoría más conocida sostiene que se trata del alma de Santa Marta que, desnuda y desprovista de toda atadura material, asciende a los cielos en una almendra mística sujetada por dos ángeles. Hay quien piensa que en realidad no se trata de Santa Marta, sino del alma de cualquier cristiano sincero, para recordar a todos los fieles cual es el camino por el que se entra en el Reino de los Cielos. Una reciente hipótesis asegura que estamos ante la Resurrección de Cristo", reza el programa de mano que los días de equinoccio se entrega al público que viene a contemplar el fenómeno lumínico previo donativo de dos euros.

Desde 1996, momento en que el entonces párroco descubrió el fenómeno, las visitas a la iglesia románica de Santa Marta de Tera han ido aumentando de manera incesante. Ayer más de 100 personas presenciaron el efecto lumínico que para otros muchos demuestra fundamentalmente el valor del arte románico y que los maestros medievales obraron un prodigio de planificación en la construcción posiblemente único en toda España (el otro más conocido tiene lugar en San Juan de Ortega, Burgos, también en los equinoccios aunque allí los rayos solares inciden a las cinco de la tarde en un capitel que representa la anunciación, el nacimiento de Cristo y la adoración de los magos).

Por eso ayer, a la luz del deterioro que está sufriendo la imagen pétrea de Santiago en la parte meridional de la iglesia, el fenómeno de la luz equinoccial fue aprovechado por la Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago (AZCS) para reivindicar la implicación de las administraciones en la protección del icono.

La imagen de Santiago Apóstol ,fechada como del primer cuarto del siglo Xll, "está considerada como la representación pétrea más antigua de Europa -lo que viene a significar que lo es, prácticamente sin margen de error, del mundo- del apóstol revestido con los atributos propios del peregrino: bordón, escarcela y vieira; por ello se ha convertido en el icono por excelencia de la peregrinación jacobea e infinidad de veces reproducida", subrayó un portavoz del colectivo durante la lectura de un manifiesto.

"No obstante, aún con toda su belleza plástica, no deja de ser más que una escultura, sometida a la acción de agentes externos (agua, hielo, cambios de temperatura, anidamientos de insectos y aves, microorganismos...) y vulnerable, no olvidemos, a posibles actos vandálicos", agregó.

Por ello la asociación, no solo ha venido demandando de la Junta "la adopción de aquellas medidas que considere necesarias para preservar" la imagen, sino que ha recordado que "lnformes sobre seguridad y conservación solicitados a la Guardia Civil y a una empresa de restauración de bienes culturales, concluyen con que se deben tomar medidas al respecto, proponiendo se reubiquen en un lugar más idóneo, que bien pudiera ser el interior de la iglesia o el museo del Palacio de los Obispos contiguo; además, y para no alterar el impacto visual por el traslado, los originales se podrían sustituir por réplicas, tal y como se hizo en el año 1954 con la Virgen Blanca de la catedral de León".

Tras el manifiesto, y con la luz equinoccial ya desvanecida, la pinaista Carrmen Torres y la mezzosoprano Susana Barrientos protagonizaron el IV Concierto de la Luz Equinocial. El dúo interpretó obras de los compositores Scarlatti, Shubert, Gounod, Mozart, César Frank, Monteverdi, Haendel y Fauré, aunque algunas de las piezas se cambiaron por otras.