Las puertas del bar Alberto en Santibáñez de Vidriales cerraron ayer sus puertas definitivamente dejando tras sus muros cuatro décadas de vida social en la localidad y en la comarca. Alberto Zapatero Lobato bate el récord en la comarca de permanencia como hostelero al frente de un mismo local. Esas puertas se abrían de par en par en la Nochebuena de 1978 y ayer 20 de febrero de 2019 se tornaron definitivamente debido a la jubilación del más que avezado hostelero.

Casi 41 años de vida laboral ininterrumpida al frente del bar bautizado con su nombre, «bar Alberto», ubicado en la entonces avenida Generalísimo, hoy calle Mayor, frente al Ayuntamiento, en el local que había sido ocupado por una guarnicionería y la otra mitad por una tienda de reparación y venta de bicicletas y máquinas de coser.

Una licencia gubernativa del entonces Gobernador Civil José Ramón Ónega llegaba a manos de Alberto Zapatero pasadas las Navidades, con fecha 13 de enero de 1979, aunque el café bar había abierto ya sus puertas de par en par unos días antes en la Nochebuena de 1978.

Una reforma integral al local permitía a los clientes un acogedor esparcimiento en aquellos años en los que ya apuntaba el regreso de emigrantes.

Techos de altura receptivos para el calor de la estufa de leña y carbón y de la atención hostelera a los numerosos clientes que llegaban a la villa de Santibáñez de Vidriales cuyos mercados de los miércoles y las ferias ponían de bote en bote este pueblo de referencia en la comarca de Benavente y los Valles.

A las paredes del establecimiento no le cabía ya un alfiler porque sobre ellas se erguían más de una treintena de cabezas de venados instaladas por el amigo personal de Alberto, Eduardo Romero, a la sazón hijo del pueblo y presidente de la Fundación doctor Romero Nieto que gestiona el Museo de la Fauna Salvaje en Valdehuesa (León).

Debido a esa incesante vida social de aquellos años de la que gozaba Santibáñez de Vidriales como centro comarcal favoreció que hasta la barra del bar de Alberto se acercasen personalidades de todo tipo como el ministro de Agricultura Carlos Romero, el primer presidente de la Junta de Castilla y León, Demetrio Madrid quien frecuentó Santibáñez en varias ocasiones, así como el que fuera presidente de la Diputación Felipe Rodríguez Lorenzo, vinculado familiarmente a Santibáñez y amigo personal de Alberto, gobernadores civiles, subdelegados del Gobierno, los sucesivos delegados territoriales de la Junta, los sucesivos presidentes de la Diputación Provincial, diputados nacionales, senadores, eclesiásticos, personalidades de todo tipo y, sobre todo, muchos vecinos de la localidad, de la comarca, de la provincia y fuera de ella.

Incluso reconocidos personajes del panorama artístico y cultural, sin dejar a un lado su vecino de calle y casa, y mejor amigo, el ingeniero aeronáutico Rafael Acedo Acedo, primer español premiado por la prestigiosa Academia Francesa del Aire y del Espacio, en el 2011, por su contribución al lanzamiento y desarrollo del A330 MRTT, al considerar el programa de reabastecimiento en vuelo como uno de los desarrollos aeronáuticos europeos más importantes y exitosos de los últimos años.

Este periódico se hacía eco del reconocimiento en una entrevista al galardonado realizada en el bar de Alberto momentos antes de partir a la ciudad francesa de Touluse para recibir el galardón.

El hostelero rememora los primeros tiempos de trasiego de clientes, de un entrar y salir, de una constante atención a los clientes desde la barra del bar y ello durante toda la trayectoria laboral. Junto a Alberto siempre ha permanecido su esposa Graci Ferreras y más tarde sus dos hijos Alberto y Mónica.

La familia se ha incrementado ahora con una recién llegada, una nieta de nombre Lucía. «Ahora es cuando sentimos que ya nos hacemos mayores», advierte con orgullo el hostelero que ahora se jubila tras su azarosa vida laboral.

Los recuerdos de tantas y tantas cuitas, de tanta gente que ha pasado por su bar, se hacen emotivos para este hostelero curtido en años y experiencia tras la barra.

Cuando abría el establecimiento, Santibáñez de Vidriales contaba con otros tres locales hosteleros y cuando ahora lo cierra únicamente permanecen otros tres. En el interín, la localidad llegó a contar con una docena.

La merma de población en los últimos años, su envejecimiento poblacional, sumado a los numerosos gastos ocasionados en la gestión de un local de este tipo no le parecen recomendables a Alberto Zapatero para nuevas aperturas en los núcleos rurales. «Ya no son aquellos tiempos de generosa rentabilidad», acusa este profesional apuntando a los numerosos gastos en la explotación cumpliendo con todas las normativas.

Alberto Zapatero pone como ejemplos los relativos a alquileres, recibo de luz, calefacción, teléfono y wi-fi, canales de TV de pago, prensa, seguros tanto laborales como del local, Sociedad General de Autores, AGEDI (asociación de gestión de derechos intelectuales), mantenimiento y otros más. La primera clientela era de «el completo», café, copa y el puro de Farias, ahora es de café y, en tal caso, chupito.

No obstante, por el bar han venido pasando grupos y peñas a disfrutar con el chateo y las tapas. Eso sí, durante estos años también ha tenido que sufrir varios robos a las máquinas tragaperras, hasta que un día Alberto optó por la retirada de este tipo de máquinas.

Y Alberto se despedía ayer arropado por su mujer, sus hijos y nieta, lleno de agradecimientos antes de echar el cierre a una de las joyas más relucientes de la vida social en Santibáñez de Vidriales.