El atrio de la iglesia de Santa Cristina de la Polvorosa rebosaba de gozo al mediodía de ayer. No era la imagen de la patrona o la del Bendito Cristo las que cruzaban el umbral, sino la del santo protector de los animales, la de San Antonio Abad.

Y lo hacía con garbo y ante la algarabía característica de una nutrida representación de mascotas, en su mayoría perros aunque también algún que otro loro. Los rayos de sol del mediodía dejaron atrás la densa niebla de la mañana para que el pelaje de las mascotas se volviese reluciente.

Ladridos y algún que otro parloteo se confundían entre el repique de las campanas. Había que hacerse notar, marcar presencia y poderío como se ha venido haciendo en este pueblo ribereño del río Órbigo desde al menos 129 años. Porque fue en el año 1890 cuando el agricultor y ganadero, el abuelo Francisco Sobejano constituía la cofradía de San Antonio y desde entonces la saga familiar mantiene esta antigua tradición.

Ya no son aquellos tiempos en los que hasta la iglesia acudían animales de todo tipo, de los del corral y los de las cancillas, para recibir la bendición de San Antón. Ahora, las gotas de agua bendita llegan desde el acetre aspergidas por el hisopo, de manos del párroco Baltasar Villalón, y sólo a unas pocas mascotas. No obstante, la bendición se extiende a todos los animales del lugar. Eso es lo que quiere el santo.

Así que el agua bendita llegaba a «Lolo», un perro maltés de 3 años, una pequeña mascota que «come poco y es muy cariñosa», dice su propietaria, al perro «Martin», un bello ejemplar de golden retriever de 7 años atento a las instrucciones de su dueño Tomás Robles. Este tranquilo can no deja de inquietarse y expresar su enfado con el sonido campanero. «Es tranquilo, pero se asusta algo con las campanas y cohetes, aunque es ideal con los niños», advierte su propietario. La perrita «Luna» se vuelve loca a la espera de Ever, su pequeño dueño. Y «Rita», un ejemplar de loro con 9 años, sube y baja las paredes de la jaula sin preocuparse de miradas ajenas.

Así, unos cuantos más animales en plena algarabía llegaron hasta la iglesia a los pies de su patrono cuya imagen era portada en andas en el desfile procesional.

Hasta el interior del templo llegaron algunas mascotas, porque ayer era su jornada festiva y también querían hacerse notar. Y claro está que lo hicieron resaltando una antigua tradición.

La población de Santa Cristina de la Polvorosa cumplió ayer con devoción y gran hermanamiento la tradición de la bendición de sus animales más entrañables, que asistieron encantados a la celebración y luciendo en tan señalada fecha sus mejores peinados y adornos.