Cuando la imagen del Crucificado, del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, traspasa el umbral de la puerta de la iglesia, las emociones comienzan a aflorar entre los devotos.

Una vez más, la esbelta talla del siglo XIX salía a las calles de Santa Cristina de la Polvorosa y el cielo concedía su tregua. Los nubarrones del ocaso amenazaban lluvia, pero el atardecer del día 9 de mayo es de los devotos del Bendito Cristo. Es cuando las calles cobran la estampa de la devoción. Niños, jóvenes y adultos se volcaron en la fiesta más señera, la más emotiva de esta localidad. Eso lo saben bien, durante siglos, en Santa Cristina. Y lo viven, porque esta fiesta es para sentirla. ¡Cómo sino!, hasta las campanas enmudecen ante las numerosas miradas llenas de devoción cuando se alza la talla más venerada. Cuando el Bendito Cristo hace que los nubarrones se dispersen. No obstante, los tañidos retornan durante la marcha procesional gracias a los miembros de la asociación de campaneros zamoranos.

El desfile reviste la mayor solemnidad con el incesante turno de portadores de las andas. Y la comitiva camina lenta queriendo prolongar la estancia en las calles de la venerada imagen. Abriendo el desfile, la cruz procesional, portada ya al finalizar el trayecto, por el vecino de Santa Cristina Fabián García Rodríguez, a la sazón campeón mundial de ciclismo en carretera, de máster 60, el estandarte, las 19 jóvenes del Ramo del Cristo que previamente en la iglesia entonaron la loa cosechando encendidos aplausos tras la bendición del párroco, por su bien decir y bien cantar este ramo de las roscas que era portado por el joven Francisco Santiago. La agrupación musical Viejas Glorias, la imagen del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, el párroco Baltasar Villalón , el abad de la cofradía, Mauricio Santiago Ripol, autoridades y cofrades. Al finalizar, el vecindario compartía en la nave los tradicionales dulces, vino y refrescos y la copita de orujo con café, el típico "arreglao".