Triste y trágica historia la de Leticia Rosino Andrés, la vecina de Castrogonzalo de 33 años que apareció sin vida la madrugada de este viernes junto a la Planta de Transferencia de Residuos de la localidad, en la carretera comarcal que une el pueblo con Benavente. Por la tarde, su familia comenzó a echarla en falta al no tener respuesta en el teléfono móvil de la joven, en su rutinario paseo vespertino por los caminos circundantes del municipio. Al anochecer, su novio y su suegra decidieron llamar a la Guardia Civil, porque «ella nunca desconectaba el teléfono». Tres patrullas de la Benemérita, la unidad canina y un improvisado grupo de familiares y vecinos decidieron salir a buscarla, temiendo un desenlace adverso. Sobre la una de la madrugada, uno de los integrantes del dispositivo de búsqueda halló rastros de sangre junto a la torre de telecomunicaciones que se yergue junto al parque de las afueras, frente a la fábrica Proláctea. Minutos más tarde, aparecía el cadáver de la joven, con evidentes signos de violencia, en un terraplén de no fácil acceso.

Con la localización del cuerpo, junto al vallado de la planta de residuos, la Policía Científica, el forense y la Guardia Civil se trasladó a la zona para estudiar la escena, al objeto de tomar todo tipo de muestras y recabar pruebas que ayuden a esclarecer la muerte violenta de la joven de 33 años. Pasadas las tres y media de la madrugada y pese a que el coche funerario se había desplazado al lugar horas antes, aún no se había procedido al levantamiento del cadáver.

El lugar, apartado del centro de Castrogonzalo y a espaldas de la fábrica Proláctea, estaba sembrado de vehículos de la Guardia Civil, mientras familiares y allegados recibían, junto a la zona donde se encontraba el cadáver, información directa de los responsables de la investigación hasta que, finalmente, abandonaron la zona en sus vehículos particulares rumbo a sus domicilios.

Pese a las horas, un reguero de vecinos se había desplazado hasta el lugar, algunos familiares directos, otros indirectos. Todos estupefactos ante la noticia, intercambiando información y datos de la joven, preguntándose quién habría podido segar la vida a su vecina.

Hablaban de Leticia Rosino Andrés, trabajadora química en Lácteas Cobreros, natural de Tábara —su padre regenta un supermercado en esta localidad— y vecina de Castrogonzalo desde junio pasado. En una casa cedida por la familia política vivía con su novio, este sí, natural del pueblo benaventano. Leticia, que tenía un hermano de 28 años, era querida y respetada en la localidad, «majísima», a decir de los propios vecinos. Un dispositivo de búsqueda había sido improvisado, tras realizar una llamada a través de las redes sociales para intentar localizarla con vida. El tiempo de la joven ha terminado, comienza el de la investigación para esclarecer los hechos.