La fiesta de la patrona de la ciudad de los Condes Duques, la jornada dedicada por excelencia a Nuestra Señora la Virgen de la Vega, evidenció ayer un sabor agridulce entre los devotos y vecinos benaventanos. Y ello porque el cielo encapotado y, sobre todo, la lluvia obligaron a que el desfile procesional con la pequeña imagen de la Virgen de la Veguilla se tuviera que celebrar en el interior de su sede, en la céntrica iglesia de Santa María del Azogue.

La escena se repetía como en el año 2016, al igual que hace una decena de años y cada vez que el agua caída del cielo se hace más que notar.

No obstante, la comitiva de autoridades, encabezada por el alcalde Luciano Huerga acompañado de la presidenta de la Diputación, Maite Martín Pozo, delegado de la Junta de Castilla y León, Alberto Castro, presidente de la Cámara de Braganza, corporación municipal, alcaldes de la comarca y representantes institucionales llegaron desde la Casa Consistorial, en la plaza Mayor, hasta la iglesia, y bajo paraguas. Reina de las fiestas y damas, así como las infantiles y las agrupaciones peñistas esperaron a las puertas del templo hasta que los sones de la marcha real permitieron la entrada a la iglesia, como si la Señora saliese a saludarles, pero no fue así porque la pequeña talla barroca, debido a la lluvia, permaneció en su casa. Sin embargo, las emociones llegaron a embargar a algunos devotos mientras la Señora era portada en andas, en su camerino de plata, por los pasillos del templo. Y lo hizo por representantes peñistas en un desfile multicolor con las banderas izadas y las flores sin desprenderse de sus pétalos, aunque sí de su fragancia. La ceremonia religiosa oficiada por el vicario de la Diócesis de Zamora, José Francisco Matías, en representación del prelado Gregorio Martínez Sacristán, adoptó la solemnidad característica de la jornada festiva, la dedicada a la patrona, a Nuestra Señora la Virgen de la Vega.