La ampulosidad del ropaje de la talla barroca que representa a la patrona, lucía ayer en las calles de Santa Marta de Tera todo su cromatismo original. Los rayos de sol ayudaban a que esta escultura de factura entre los años 1720 y 1730 luciera resplandeciente en la ribera del Tera.

La imagen de la patrona Santa Marta salía a la calle como siempre lo ha hecho, recogiendo la devoción de sus vecinos. No obstante, ya no lo hace portada en andas, como hasta hace unos años, sino en una plataforma rodante para facilitar la labor. "Es que pesa mucho", justifican algunos vecinos. Claro está, la escultura de madera refleja la factura de la época con todo su realismo reflejado en los detalles. Sobre todo en la policromía que en este caso es original, aún contando con una restauración realizada hace tres décadas. Un delicado trabajo que llegó a procurar algunos elementos deteriorados como la palma martirial. No pesa el color del ropaje de la mártir, sino el maderamen de su factura. Portando el atributo martirial y el Libro de los Evangelios o, quizás, pretendiendo reflejar su faceta de docente con sus sobrinos los Santos Justo y Pastor, la imagen atravesaba la plaza de la iglesia para enfilar el periplo por la calle del Río, girar por la calle del Molino y de regreso nuevamente por la del Río, el ágora principal y adentrarse en este templo románico donde se custodian las reliquias de la santa decapitada en la ciudad de Astorga, en la época del emperador romano Quinto Trajano Decio, en el año 251 y de cuya ciudad bimilenaria es también su patrona.

En la iglesia se celebraba una solemne misa a cargo del sacerdote José María Velicias, supliendo al párroco Pedro Centeno Vaquero. Y, al finalizar, la agrupación musical "la Trasga" de San Pedro de Ceque marcaba unos rítmos de baile en la plaza dando realce a la jornada festiva en esta localidad de Santa Marta de Tera.

Una festividad que se procura de encuentros familiares y como se denomina por estos lares, una fiesta de cazuela, o de "tartera enciscada", en clara referencia al ennegrecido baño del recipiente de barro, tras su paso por la lumbre.