Benavente, quién lo diría, se ha convertido en una inesperada cuna del Rap (Ritmo y poesía, en la traducción del inglés) en apenas cuatro años. Más de una decena de jóvenes artistas han alumbrado en este tiempo cerca de 40 maquetas, decenas de videoclips, y centenares de letras bajo el paraguas del modesto sello discográfico Develoopers y de la productora vídeo-fotográfica Cap Man.

Relacionadas

No hay precedentes de un movimiento cultural subterráneo tan potente e intenso en la ciudad como el que acaba de emerger con la fuerza de un géiser. Desde finales de los noventa las manifestaciones de uno de los cuatro pilares del movimiento cultural Hip Hop en Benavente habían nacido y sobrevivido en la clandestinidad juvenil y su repercusión parecía más o menos marginal, aunque de su existencia diera cuenta el boca a boca. Esto ha cambiado. La tecnología ha dado calor a la crisálida y esta forma de manifestación artística ha eclosionado sus mariposas en el canal de Youtube, en las redes sociales y en Internet. Parece solo el comienzo de un hito creacional que además tiene un marcado sabor benaventano y defiende esta identidad de forma colectiva.

"No llames a mi música jazz, es música social", dice el actor Don Cheadle en su interpretación del trompetista Miles Davis en el "biopic" cinematográfico (no estrictamente una biográfica) Miles Ahead. Si Davis, el gurú de la trompeta y uno de los músicos más importantes de la historia del Jazz, hubiera sido rapero seguramente hubiera utilizado el mismo argumento para que no encasillaran su música. Lo mismo ocurre con esta terna de jóvenes benaventanos que han encontrado en el Rap un vehículo de expresión sin límitaciones que está compareciendo en la escena local como un soplo de aire fresco.

Las rimas de sus creaciones son sociales a veces, vivenciales las muchas, son descarnadas, corrosivas o incluso brutales, en ocasiones gamberras y provocadoras, pero también íntimas y reflexivas. Este Rap benaventano ha mudado, si alguna vez lo vistió, el traje de una contracultura escondida para embutirse en el de una cultura postmoderna. El espectro de las temáticas es tan amplío como el interés de todos estos jóvenes por perfeccionar sus trabajos, por encontrar un estilo propio y envolverlo con los mejores recursos musicales y videográficos. No hay otra manera de comprobar esto que viendo sus trabajos y escuchando sus creaciones.

La causa cultural del Rap en Benavente, una manera de ver la vida y de vivirla, según explican uno a uno todos estos jóvenes artistas, es pobre y con escasos recursos. Son algunos de los hijos de una sociedad, la benaventana, mayoritariamente castigada por la crisis. Ellos se pagan sus grabaciones, sus vídeos, se ayudan unos a otros colaborando incluso con raperos de otros puntos del país, participando de vez en cuando en conciertos, pero siempre con Benavente en la rima y en la boca.

Son estudiantes, obreros y parados, carniceros, transportistas, cocineros, camareros, alumnos de ciclos formativos, también de Magisterio o de estudios publicitarios, y no tienen menos de 18 años ni más de 33. Bajo el paraguas del sello Develoopers, o invirtiendo en medios propios de grabación como es el caso del trío NSK, han creado "una familia unida", un latiguillo que repiten constantemente haciendo causa.

"¿Qué hay en Benavente aparte de paseos y de cosas bonitas para la tercera edad? Si no fuese por el Rap estaría como una puta cabra", explica Hombre Tormenta, el más veterano, o el "yayo, (en eso no hay fallo)", de este movimiento, como el mismo recita. Luis Fernando Domínguez, de 33 años, ve en este vehículo de expresión una forma de "desahogo vital". Sus letras lo atestiguan. Cargadas de crítica social y política, irreverentes e implacables con el sistema -"Nos gobiernan ladrones. ¿He dicho bien?, nos gobiernan ladrones", canta- pueden llegar a ser extremas, pero sin perder ni un ápice de humor como se ve en su videoclip "Moroso y jornalero". "Mis letras son hardcore y para mí hardcore es sin pelos en la lengua. Como es la calle, y como es la vida, duras". Hombre Tormenta es de alguna manera el icono de este grupo de jóvenes. Comenzó a finales de los 90 en Tormenta de Rimas y Dos Tenores. En aquella época, SDV era el otro grupo rapero benaventano, que ha desaparecido. Hombre Tormenta sigue. "Esta tormenta se hizo gota a gota", recita mientras de fondo, con un soniquete en bucle, se oye cantar a Jeanette "Qué poco queda".

"Antes el mundillo del Rap era más cerrado y se ha abierto", explica Mate, el más joven de este grupo de raperos (18 años), que coincide con Hombre Tormenta en el "desahogo" como fuerza impulsora a la hora de crear, y con la bis social benaventana como otro de los motores que ha auspiciado este movimiento. Mate (acaba de grabar su primera maqueta "En tu p*ta cara", con más de una decena de temas. Ha combina el hardcore, con rimas de amor y desamor plagadas de referencias a poetas, y con relatos vivenciales, generalmente duros. "Lo que cuento en esas letras son cosas que no le contado a nadie", revela.

Entre las formas más duras de expresión y las más introspectivas, el arco temático, el ritmo declamativo o recitativo, y las bases (beat) musicales se apoyan desde el Jazz al Pop español de los años sesenta, pasando por el Reggaeton en algunos casos, por poner ejemplos. Hamfrei, otro rapero cuyo nombre de combate recuerda al mítico Bogart, el actor, apuesta por rimas mas suaves (softcore) y lentas "intentando que la música sea lo más auténtica y sonora a nivel de calidad".

"Rapeo de lo que veo y de lo que siento y la letra es fundamental porque quiero expresar lo que siento de verdad, que es lo que vivo en mi casa, en mi barrio, con mis amigos", indica H Martínez, estudiante de segundo de Magisterio, que apuesta por un rap de contenido poético-social. "Mira el niño ya no quiere jugar, se ha quedado solo. Con nueve años le ha dejado todo, con la ilusión de que un día vengan a cuidarle, ilusionista, la vida comenzó a maltratarle. Sin más cojones que rezarle a su madre, y dígame usted aquí no hay nada que cuadre", canta abordando temas como el acoso escolar a las dificultades de familias rotas.

Algunas rimas son realmente desgarradoras "como la vida misma" y están basadas en vivencias personales. "Cuando por fin consigo relajarme, a conseguir esta vereda, se muere mi padrastro de cáncer de páncreas, con dos hermanos pequeños luchando aún por ese sueño, el que quiere sube, y el que no se hunde, y mi madre luchando contra la esclerósis múltiple", recita Cone, un chaval de Barcelona con familia en Benavente que integra también este grupo.

Salu, de La Chusta de Oro (chusta es la colilla que nadie quiere salvo si es de oro, explica) apuesta por un Rap meditado. "Pienso mucho lo que escribo", afirma y añade: "Mi estilo es sucio pero es de oro". Diego Saludes quería hacer música pero no sabía tocar ningún instrumento "y fui a lo fácil". Comenzó escuchando a los "mayores" y poco a poco fue apostando por su estilo, más inclinado al "Underground (subterráneo) que al Hardcore". Fue el primero en llamar a las puertas de Develoopers y cree que gracias a la unión de todos los raperos benaventanos se ha creado una gran familia en la que se podría decir que "hemos bebido todos de todos".

Guillermo MC, otro veterano como Hombre Tormenta, con quien participó en Los dos Tenores o Rap Autóctono, apostó fuerte por el Rap social más extremo que ha ido ajustando a mensajes más neutros. Cree que la desigualdad en Benavente ha sido en parte el caldo de cultivo del que ha surgido este movimiento, o parte del mismo, pero reconoce que en ocasiones puede reportar problemas, sobre todo cuando la crítica política está aparejada a nombres concretos. Guillermo MC fue el autor de un Rap sobre el ex alcalde Saturnino Mañanes, aunque paradójicamente, sus letras, también dirigidas contra el PSOE o IU, le valieron una denuncia de un militante de esta última formación política, que fue archivada.

Para Flaco Mamba, detrás de este movimiento "está el orgullo de ser de Benavente". Ike, de 23 años, opina que su música siempre ha seguido la senda "de decir las cosas como son, sean estas sobre política o sobre sentimientos". Protagonista de algunos de los videoclips mejor elaborados de este acerbo cultural urbano, explica qué le motiva: "me gustaría que me escuchasen en más sitios, que nos escuchasen a todos y poder salir de aquí con la música".

Su hermano Ricardo, NEKSO, explica qué le llamó del Rap: "A unos le llega el fútbol; otros quieren estudiar. No veo el RAP como algo de lo que sacar partido, pero de alguna manera es como si fuera una religión". NEKSO no cierra las puertas a ninguna mejora, opina que su música es más calma que la de Flaco Mamba y considera que es importante hacer letras que les gusten a los demás "y no tanto a uno mismo". "Si lo bailan las chicas y lo suben a Instagram es que has acertado", afirma.

Entre todos los jóvenes de este movimiento, la sensación de participar en un proyecto colectivo aportando su grano de arena individual de forma colaborativa es común. Así piensa Uribe, qué comenzó haciendo rimas y ensayándolas en el portal de su casa; Mabi, que escogió este su nombre del vocablo tagalo ràpido, porque su madre le decía que recitaba a toda velocidad; Pablo RCT, el también trío de veteranos de NSK (Luli, Arrow y Leblack), o Manu (Juicy Lemon), que cree que esta cultura "está mejor aceptada ahora por la sociedad". Parece que es así. "Lo dijo Serrat, si hubiera nacido en otra época le hubiera gustado ser rapero", dice Guillermo MC refrendándolo.