El psiquiatra Boris Cyrulnik, define la resiliencia como:" el arte de navegar en los torrentes".

Hay tanta semántica escrita sobre el término que hay quien diga que, la resiliencia, puede curar todo o uno puede curarse de todo.

Lógicamente, uno no puede curarse de todo, pero si no hace nada, no se cura de nada.

Poco podemos hacer contra los genocidios sean en Armenia, sean en Israel, sean en Ruanda o en Afganistan. Todo lo más, asomarnos a internet, a la prensa escrita, a las radios, a las televisiones, y acusar el espanto que nos producen las masacres irracionales.

¿Cómo aplicar la resiliencia en estos casos? ¿Cómo navegar en ese torrente de sangres?

Pensaba Descartes que: "una causa produce un efecto".

Desde luego producirá cualquier otro efecto menos el de la felicidad de los pueblos. Paraísos posibles que solo están en la mente de dictadores. El yihad ismo enseña lo que los cristianos tenemos como idea o meta: morir primero para ser felices después.

Jhon Milton, en su paraíso perdido, pone en boca de Satanás:" mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo", un Satanás falto de voluntad y cuyo complejo hace que se rebele aceptando que todos los seres merecen la libertad, eliminando así la autoridad de Dios sobre ellos como su creador.

"El mejor partido que nos queda es el de emplear nuestras fuerzas en un secreto designio: el de obtener por medio de la astucia y del artificio lo que la fuerza no ha alcanzado, a fin de que en adelante sepa por lo menos que un enemigo vencido por la fuerza, sólo es vencido a medias".

Solo le queda añadir a Satanàs que todo se obtendrá democráticamente.

Democracia. Una palabra que repite cada día un político cien veces; un profano ciento cincuenta y un delincuente mil, aduciendo que su apresamiento no es legal.

Adán comenta con su pareja: "Él, Dios, nos ha sacado del polvo y nos ha colocado aquí, en medio de toda esta felicidad, cuando por nuestra parte no hemos merecido nada de su mano, no exige de nosotros otra cosa que un solo deber, que de todos cuantos árboles producen en el paraíso frutos variados y deliciosos, nos abstengamos únicamente de tocar el árbol del conocimiento del bien y del mal plantado cerca del árbol de la Vida".

Es fácil trasladar aquel argumento de Milton a la versión actual de un conflicto que nos preocupa a todos: la cuestión catalana.

Aquel largo poema, inspiró a Gottfried Van Swieten para que escribiera el texto que serviría de base a la composición La creación, de Joseph Haydn, un precioso oratorio que emociona.

Nada que ver, por supuesto, con el canto de Els segadors, basado en un romance popular del siglo XVII, que más que himno, tiene las características de un llamamiento en defensa de la libertad de la tierra. Recoge los hechos acaecidos durante el llamado Corpus de sangre, una revuelta protagonizada por alrededor de un millar de segadores el 7 de junio de 1640, día de Corpus Christi. El Corpus de Sangre, describió la extrema crudeza de la violencia que se llegó a vivir durante la guerra. Muchos, después de muertos, fueron arrastrados, sus cuerpos divididos; la crueldad era deleite; la muerte, entretenimiento, a uno arrancaban la cabeza (ya cadáver), le sacaban los ojos.

"Cataluña, triunfante, ¡volverá a ser rica y plena! / ¡Atrás esta gente/tan ufana y tan soberbia! / ¡Buen golpe de hoz! /Buen golpe de hoz, ¡defensores de la tierra! / ¡Buen golpe de hoz!//¡Ahora es hora, segadores!/¡Ahora es hora de estar alerta!/Para cuando venga otro junio/¡afilemos bien las herramientas!//Que tiemble el enemigo al ver nuestra bandera:/como hacemos caer espigas de oro, /cuando conviene segamos cadenas/"

¿Contra quién levantaran sus hoces? Una España que hasta ahora ha vivido en paz. Una España por la que se camina sin fronteras y en la que la muñeira se mezcla con la jota o con el pasodoble.

Hace años el guitero gallego Carlos Núñez, fusionaba los sonidos de su gaita con la rumba flamenca o la rumba catalana y en su música nada está reñido, todo lo contrario, se une para formar un sonido que nos emociona y nos hace soñar, no solo en un mar embravecido, sino en otro mar más en calma o los campos planos de nuestra Castilla parda y seca. Un sonido que evoca las voces profundas del canto gregoriano y nos hace caminar por el románico hasta traernos a los pies de la Pulcra Leonina. Y oyes la saeta y te taladra el alma con su dolor.

Solo Pujol, y sus cuarenta ladrones, cierran los balcones cuando pasa la turba acusándoles de su enriquecimiento.

Alguien cantó una jota en Zaragoza y el llanto asomó a miles de ojos. Alguien tramposo, loco y descerebrado, quiere trazar de nuevo fronteras donde nunca existieron y la gente se ha lanzado a la calle para hacer de dos banderas una sola.

Me pregunto dónde tendríamos que poner nuestras fronteras cuando León, Castilla, Toro, Benavente, escribieron en su historia ser testigos de las primeras Cortes: "Sin León no hubiera España, /que antes que Castilla leyes, /concilios, fueros y reyes, /dieron prestigio a León".

Y cedemos, y callamos, y no alzamos la voz, porque es algo heredado que no hace falta apellidarlo con el seny: "El hombre con seny "contempla las cosas y los actos humanos con visión serena". (Josep Ferrater Mora). Nosotros, simplemente, le llamamos, sensatez.

A veces parece que España duerme, que se aquieta, mirándose en sus ríos y en sus lagos, pero cuando un insensato alza son voz bronca arrastrando tras él esa turba que parece que no piensa, entonces, despierta con el grito de Miguel Hernández: "Alza, toro de España: levántate, despierta. /Despiértate del todo, toro de negra espuma, /que respiras la luz y rezumas la sombra, /y concentras los mares bajo tu piel cerrada".

Es el mismo toro al que cantaba Antonio Machado en sus Vientos del pueblo:

"No soy un de pueblo de bueyes, /que soy de un pueblo que embargan/yacimientos de leones, /desfiladeros de águilas/y cordilleras de toros/con el orgullo en el asta. /Nunca medraron los bueyes/ en los páramos de España." /

Lo triste de toda esta historia es que nos despierten con cánticos que más nos recuerdan a tiempos difíciles de hambres y de odios.

Me niego a repetir democracia cada tres frases para remachar o convencernos de que somos libres. Que si comemos, que si dormimos, que si andamos o soñamos, se hace democráticamente y que, si pisas a alguien, ha sido democráticamente porque te puso la zancadilla. Que se insultas, injurias, o mientes, lo haces bajo el derecho de expresarte libremente.

Recuerdo que, en mi loca juventud, por cortar una rosa de La Mota para dársela a una amiga, me costó una multa de 15 pesetas. Mi madre, las pagó sin rechistar. Solo le dijo al alcalde, ¿era la única rosa que quedaba? Y Manuel Rojo, le contestó; que cosas dices, Teresa, hay muchas, pero está prohibido cortar flores.

Ahora las fotografío y las dejo y sigo su decadente agonizar y me entristezco en su pérdida de color o su madurez. Detrás de mi vendrá alguien que sienta lo mismo que yo sin privarle de que se emocione. A ese hecho no hace falta añadir que es un acto democrático, es algo tan simple como llamar. Educación.