Una montaña rusa hecha con tubos flexibles, cinta aislante y canicas. El tercer reto de la Semana de la Ciencia ha estado protagonizado por la inspiración y el reciclaje de los materiales de trabajos. La coordinadora Ángela Monasor, experta en Biología Molecular, fue la encargada de enseñar a los veinte niños y jóvenes inscritos las nociones básicas sobre construcción de una montaña rusa a pequeña escala.

Durante el desafío, la monitora utilizó la energía cinética de los objetos en movimiento y efecto del roce. "¿Alguna vez os habéis subido o habéis visto una montaña rusa?; ¿por qué no se caen los objetos y vagones del interior cuando gira?", preguntó Monasor a los participantes para iniciar con la actividad. "Porque tiene imanes que los sujeta", respondió un niño. Sin embargo, la experta dio la solución al instante. "La clave está en la construcción de los giros, que afectarán a la energía cinética de los objetos. Hoy trabajaremos con energía", anunció.

Tras una hora de diseño y realización por grupos de las cuatro montañas rusas construidas, comprobaron los resultados. Piruetas arriesgadas que elaboraron entre todos los miembros de cada equipo. Los participantes se dividieron en grupos y el galardón para el equipo que lograra mantener los puntos durante la prueba fue materiales reutilizados para crear más montañas rusas y la receta del "moco zombie". Tres de los cuatro grupos llevaron premio.