El hartazgo político que los ciudadanos estamos soportando, se está transformando en hastío ante la mediocridad que nos rodea. Este sentimiento, alimentado por unos líderes incapaces de resolver los graves problemas económicos y sociales que tiene la sociedad española, bloquea el desarrollo del país que está sufriendo un empobrecimiento sistemático y un deterioro cultural que nos traslada a los peores momentos de nuestra historia más reciente.

Este deterioro paulatino de los valores que hicieron de España un país serio y competitivo en todos los niveles no ha tocado fondo. Esto tiene su reflejo en la última encuesta del CIS en que se pone de relieve que para los españoles, después del desempleo, su preocupación por la corrupción ha subido muchos enteros.

Que estamos inmersos en una grave crisis económica es una realidad aplastante. Sin embargo, nuestros gobernantes, quizá para animar a la ciudadanía, nos transmiten desde hace bastante tiempo que "estamos saliendo de la crisis" y que "se está creando empleo" sin que los ciudadanos percibamos un atisbo de bonanza. Esta ilusión nos gustaría que se hiciese realidad en un plazo razonable, pero tardará en llegar ya que nuestros líderes están muy ocupados en taparse sus vergüenzas y en criticarse sin aportar solución alguna.

La manida corrupción está tan metida en los tuétanos de nuestra sociedad que si no hay alguien con una valentía extrema, quizá un héroe, estoy convencido que no llegará a desaparecer. Son muchos años los que llevamos hablando del tema y cada día surgen casos nuevos. Está tan arraigada que a nadie le extraña que un diputado o parlamentario, imputado, investigado o incluso habiendo sido expulsado por su partido por temas relacionados con la corrupción no deje su acta y abandone la vida pública.

La desfachatez con la que actúan estos personajes no tiene límite, como el ex consejero de Justicia de la Generalitat catalana, diputado de Junts pel Sí y mano derecha de Artur Mas en CDC, Germà Gordó. Está siendo investigado por los presuntos delitos de tráfico de influencias, prevaricación, malversación de fondos públicos, entre otros y obligado a darse de baja como militante en el PDeCat; pues bien el personaje en cuestión además de no dejar su escaño como diputado en el Parlament plantea crear un partido. No me extraña que el hijo de Jordi Pujol compare a su padre con el Dalai Lama. Amor de hijo.

Todos piden transparencia, pero a la hora de la verdad eso debe ser para otros. El PP tiene los días contados si no pone urgentemente remedio a años de oscurantismo de un líder que mira indefinidamente hacia la pared. A los vencedores se les perdona casi todo, a los vencidos se les crucifica y esto es lo que va a pasar a un PP que no permite mirar bajo las alfombras y además amenaza con "vendetta" en el Senado si no logra limitar en el tiempo los trabajos de la comisión sobre su caja B. ¿Qué tienen que ocultar? O mejor dicho ¿A quién quieren proteger?

No es acertado para demostrar que se tiene voluntad de depurar conductas poco éticas, exigir primero que los pecados de los demás se hagan públicos, para después confesar los propios. Las amenazas con investigar en otras casas por revancha es impropio de quien tiene la responsabilidad del gobierno. El ciudadano es el que exige que de una vez por todas se depuren todas las responsabilidades en el tema de la corrupción, por lo que es muy importante la autoevaluación y la limpieza en casa propia sin importar la basura en la ajena.

Claro que el resto de las formaciones políticas alimentan un circo en el que los ciudadanos no ven más que a malabaristas buscando su momento de gloria. El PSOE está formado por familias apoltronadas que no quieren perder su cuota de poder, y aunque las bases están expectantes con su nuevo líder, la formación tiene que resolver muchos problemas internos antes de pensar en proponer soluciones a los problemas que plantean los ciudadanos.

Ciudadanos está ahí, sin más, esperando agazapado a que el PP, su incondicional banco de votos, se desmorone y pueda auparse a su costa.

Podemos está buscando cerrar su círculo de poder para que dentro de la formación morada nadie cuestione sus decisiones. Por esto necesita acomodar al ex general que dejó de mandar ejércitos. Es igual presentarlo por Zaragoza, por Almería o por Madrid, lo importante es buscar un lugar para el ambicioso y mediático militar.

Con este circo montado dentro de las formaciones políticas es difícil pensar que haya voluntad y capacidad para solucionar los problemas de los ciudadanos. Sigo pensando que las bases deben ponerse en su puesto y exigir a sus dirigentes ideología clara, seriedad y compromiso con los ciudadanos.