Para hacer posible el experimento se contará con un millar de sismógrafos de un sólo componente. Pertenecen a la RedIris Pascal y Estados Unidos los presta por todo el mundo. A este millar de sismógrafos se añadirán otros 70 sismógrafos de tres componentes para obtener imágenes tridimensionales. Las estaciones sísmicas se colocarán de forma alineada y simultánea pero separadas 500 metros, y entre estas se intercalarán los sismógrafos de tres componentes. Las estaciones registrarán las ondas generadas por las explosiones entre los extremos del perfil. El tiempo de llegada de las ondas sísmicas a cada una de las estaciones servirá para conocer la velocidad de las rocas que componen el interior de la tierra y ayudará a entenderla y visualizarla. Estas explosiones equivalen a terremotos de magnitud M=3 aproximadamente, pero se producen en localidades conocidas y por ello, es más fácil interpretar los recorridos de las ondas. Según el director del Instituto Geológico y Minero de España, el caso de Toro y de Benavente se trata de puntos de la meseta "sísmicamente muy estables".