La antigua plaza de toros de Benavente puso el punto y final a la carrera profesional en los ruedos de la que fuera la primera rejoneadora de Venezuela, Conchita Moreno, tras una desafortunada cogida, y ayer su hija María Esperanza Hermida Moreno recorrió parte de las calles de la ciudad para acercarse a su historia familiar. Esperanza realizó ayer una visita institucional al Ayuntamiento benaventano donde pudo hacerse con la copia del cartel en el que se anunciaba su faena con reconocidos toreros como Curro Romero, en la plaza benaventana ya desaparecida.

"He venido a conocer esta ciudad, este lugar, a pasear por los lugares que ella caminó en un reencuentro con esta historia que hay que recordar permanentemente porque, según mi opinión, creo que mujeres como mi madre merecen un reconocimiento", explicó Esperanza en un acto en el que se mostró emocionada al recordar como su madre, fallecida hace 10 años, siempre quiso volver a esta ciudad pero nunca llegó a hacerlo.

Conchita Moreno, cuyo recorrido profesional estuvo en paralelo con un mito de los años cincuenta del mundo del toreo, Conchita Cintrón, "en su momento rompió moldes porque tuvo que rejonear para poder hacer su actividad taurina en España. Esa era la condición que se establecía para la mujer en aquella época".

Es la primera vez que su hija visita España y Benavente y cree que es una oportunidad para que se reconozca públicamente lo que consiguió su madre en una época en la que tuvo que enfrentarse al veto del mundo taurino con respecto a la figura femenina.

La historia de esta rejoneadora es "muy intensa", según explica su hija, quien recuerda que la ilusión de su madre era torear en la Monumental de las Ventas, en Madrid, aunque se encontró con que para poder hacerlo tenía que ser sobre un caballo. Tuvo que aprender equitación para ello y se formó en ello en Lisboa donde con 22 o 23 años estaba trabajando como secretaria de la embajada de Venezuela. "Se pudo costear la equitación. Fue toreando en la costa sur francesa, donde sí se permitía torear a pie, y logra reunir cierto capital para comprar un primer caballo, el caballo blanco "Portugal." Cuando viene a España para torear hubo un boicot de los rejoneadores españoles y también algunos venezolanos. Pero ella y Conchita Cintrón van rompiendo moldes y Conchita Moreno logra torear en el año 1957 en la Monumental de las Ventas", señala Esperanza.

Fue un año más tarde cuando tiene su cita en Benavente, en las ferias de septiembre, el 7 de septiembre de 1958. Por aquel entonces "Moreno", era su caballo negro azabache, pura sangre árabe de rejoneo, el que usaba para matar. Según relata en sus memorias "fue que no pudo salir del encuentro con la embestida, sufriendo el tumbe por el toro, lo que nos hizo estrellar con el burladero del ruedo de la plaza. "Moreno" me cayó encima". Esperanza recorrerá ahora las plazas en las que toreó su madre.