La Audiencia Provincial de Zamora ha confirmado la pena de 8 meses de prisión impuesta por el Juzgado de lo Penal a un hombre que estafó 3.000 euros a un vecino de Benavente con un falso premio de cupones de la ONCE.

El acusado, con antecedentes penales cancelables, y ayudado por otro hombre requisitoriado abordó en la avenida de El Ferial a un vecino que estaba paseando.

Simulando acento gallego le preguntó por la calle en la que se encontraba la ONCE mostrándole varios cupones de la Organización Nacional de Ciegos. Al tiempo se acercó otro individuo que se ofreció a ir a una administración de lotería para comprobar si los billetes estaban premiados. Regresó al cabo de un rato asegurando que los billetes estaban premiados y convino con el vecino en ofrecerle dinero a cambio de los cupones, para lo cual se trasladaron los tres a bordo de un vehículo negro grande a Zamora para hacer la entrega.

El vecino de Benavente extrajo 3.000 euros de una oficina de La Caixa. Previamente el otro individuo, que aseguró trabajar en el BBV, le había enseñado un fajo de billetes que según explicó acababa de sacar del banco.

Montados los tres en el coche, el vecino de Benavente entregó los 3.000 euros y su teléfono móvil al acusado. Entonces el cómplice que actuaba como gancho le pidió que bajara del vehículo a comprar un bocadillo al acusado y cuando el denunciante bajó, huyeron los dos en el vehículo con el dinero del denunciante y su teléfono móvil que ha sido valorado en la cantidad de 44 euros más impuestos.

El magistrado del Juzgado d e lo Penal condenó al hombre de aparente origen gallego que actuó como gancho a una pena de ocho meses de prisión por el delito de estafa, al pago de una multa de 240 euros por una falta de hurto, y a indemnizar al vecino estafado con 3.000 euros y el valor del teléfono móvil.

La defensa del condenado presentó recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Zamora alegando la vulneración del principio constitucional de presunción de inocencia y la aplicación indebida del Código Penal porque " pues no concurre el requisito del engaño bastante, dado lo burdo del engaño sufrido por la víctima, sin haber realzado ningún acto de autoprotección comprobando si los cupones estaba premiados".

Ambos motivos fueron rechazados. La sentencia recoge cómo funciona este tipo de estafas de forma detallada. El "tonto" exhibe a la víctima, "que desde luego ha sido convenientemente seleccionada" por los timadores, un conjunto de boletos de la ONCE, que no están premiados, aparentando que desconoce si lo están o no, y le dice a la víctima que le diga donde hay un quiosco de la ONCE para comprobar si están premiados. Inmediatamente entra en escena el "listo", con buena apariencia física, bien vestido, haciéndose pasar por empleado de un banco, quien se ofrece a comprobar en el quiosco si los boletos están o no premiados. Regresa, manifestando que lo están con una importante cantidad de dinero, ofreciendo el "tonto", entregarles un cupón premiado a cada uno, pero antes tienen que enseñarles el dinero que les van a entregar. La víctima termina picando como ocurrió en este caso.