Manuela Ferrero Castaño, vecina de Camarzana de Tera, recibía ayer el homenaje del Ayuntamiento, familiares y vecinos con motivo de cumplir 100 años. Hacía tres décadas que en esta localidad no se gozaba con el privilegio de que alguno de sus vecinos se convirtiese en centenario. Y el Ayuntamiento lo quiso reconocer de manos del alcalde Francisco Martínez San Román con el obsequio de un ramo de flores.

La ya venerable señora de Camarzana de Tera, Manuela Ferrero Castaño, nacía en esta localidad el 25 de enero de 1917, en ese año aciago en el que se vivió un verano de escasa cosecha de trigo.

La joven Manuela se casaba con Manuel Rodríguez Blanco, otro vecino de Camarzana, con el que tuvo 8 hijos, pero tres de ellos fallecieron al poco tiempo de nacer. Una trágica circunstancia nada ajena a muchas familias de la época, por eso bautizaban a los bebés al día siguiente del nacimiento, o a los dos o tres días. Se quedó con cinco, de nombres Dorita, Manuel, ya fallecido, Andrés, Rosalía y Eloína y pudo compartir un largo matrimonio celebrando las bodas de platino hasta que Manuel falleció hace pocos años.

Su azarosa vida de trabajos en el campo le dejaba algún que otro descanso para las labores de tejidos en su casa construida con su marido en la calle tras la iglesia. Utilizaba lanas gruesas confeccionando jerséis, "para entretenerse", decía quien conserva la atenta mirada y el fino cutis de su rostro por el que no pocos llegaron a resaltar su belleza. La abuela de Camarzana confiesa que le gusta mucho la compota de manzana, es su plato preferido.