— ¿Cómo ha sido enfrentarse a la labor de preparar el IV Congreso Oncológico que se celebrará en el Parador Fernando II a finales de octubre?

— En un principio asustada, con miedo. Empecé a ver programas, a leer otros programas que me trajeron los coordinadores médicos. Y a principios de marzo ya estábamos comenzando las reuniones. La programación y los ponentes ha corrido a cargo de los coordinadores médicos. Y luego toda la gestión la hemos hecho desde aquí, desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Lleva un trabajo serio, de muchas horas, de muchos contactos, de mucho esperar, quitar, poner,... Porque es muy difícil coordinar días de operaciones con sus respectivos trabajos y algunas personas vienen de muy lejos. Puede ocurrir que tengas confirmadas asistencias pero a lo mejor en el último momento, como yo he visto que ha pasado en congresos anteriores, por cosas que no se desean, un accidente, una enfermedad, no pueden venir. Son cosas que realmente han pasado, pues ha habido que modificar sobre la marcha ciertas ponencias. Esperemos este año que no pase.

— ¿Qué novedades destaca de este congreso?

— Primero el cartel, aunque el motivo sigue siendo el Hospital de la Piedad, no es la misma foto. El número de ponencias y de ponentes es elevado. Nos hemos visto un poco en la necesidad de ampliarlo. Y hemos incorporado la recepción de pósters porque nos lo habían solicitado desde Sevilla y desde Oviedo. Tenemos las bases colgadas en internet, para aquellas personas que quieran participar con sus pósters, que estarán expuestos todo el Congreso en el Parador.

— ¿Cómo compagina su labor como presidenta de la Asociación con su ocupación de docente?

— En el verano muy bien. Durante el curso bien. Yo en el IES León Felipe, trabajo las mañanas. Aquí somos un grupo grande, una Junta Local y un montón de voluntarias.Y a mi se me ve, pero la gente que está detrás es la que realiza una labor muy seria. Yo estoy aquí hoy, pero ahora mismo hay por la comarca seis señoras trabajando para la Asociación. Somos un montón de gente y un montón de voluntarios. Y gente que ves que aporta mucho tiempo y mucho trabajo a la Asociación. Vienen de fuera, están aquí, trabajan.

— ¿Cuál es su experiencia como Presidenta de la Asociación Española contra el Cáncer?

— A mí me ha gustado. Yo comencé desde cuando empezaba la Asociación, pero por problemas familiares tuve que dejarlo. Siempre fue como una meta. Siempre dije que cuando me jubilara trabajaría con una ONG. Entonces surgió así en las navidades. Y no lo dudé. En cuanto me lo propusieron dije que sí. Mi inconveniente es que tengo una mañana entera ocupada. Y yo no podía dejar mi trabajo, que es de lo que vivo. No hubo ningún problema, ni por Zamora ni por la gente que trabaja aquí. Y la verdad es que estoy muy contenta.

— ¿Es una labor difícil?

— No. Es muy bonita. No es difícil. Mira, es bonita. Está la gente que viene a terapia o la que viene a ayudar. Es un ambiente agradable, no de tristezas ni de competencias, ni de yo hago más que tu. Aquí la gente viene, hace lo que puede, va, vuelve.

— ¿Solidaridad?

— Esa es la palabra.

— ¿Qué destacaría del grupo humano que trabaja con usted?

— De los voluntarios, lo digo de corazón, me quito el sombrero. Yo alguna vez me han emocionado porque, qué generosidad. A lo mejor es porque han vivido el problema, o lo están viviendo. Y eso les hace ser, ni mejores ni peores, pero otro tipo de personas. Luego hay otras personas que vienen mucho por aquí, que quizás no están tan afectados o directamente vinculados, pero ayudan muchísimo con una generosidad, sin un reproche, con unas ganas siempre de ayudar. Es bonito. Yo lo resumiría así, para mi es bonito. Ni me cuesta, ni me es una carga. Es bonito

— ¿La gente de Benavente y comarca esta concienciada de lo que es el cáncer?

— Sí. Yo hace poco me lamentaba, decía que por qué tantos casos. Porque la verdad es que este verano hemos tenido un montón. Y me comentaba un oncólogo que no más que antes. Pero que ahora por suerte se diagnosticaban todos. Sí me consoló, porque eso supone una curación altísima. Pero duele y se sufre, cuando ves llegar a la gente aquí y que vemos llegar. Y no puedes hacer nada más que estar ahí y escuchar. Y la verdad es que hay veces que se pasa mal.