Guillermo Aragón podría ser el protagonista de una conocida novela sobre la doble personalidad: en ocasiones médico, en ocasiones músico. A lo primero llegó por casualidad, pero ahora está decidido a quedarse. Lo segundo se lo inculcaron desde pequeño y no está dispuesto a renunciar a ello, a pesar de las guardias que implica el trabajo. Su tono reivindicativo se nota por el día, cuando pasa consulta sin bata, y por la noche cuando interpreta las letras de sus canciones y la música desgarradora que le ha convertido en el batería de uno de los grupos más conocidos del indie-rock, "Arizona baby". Antes de dejar de ser el médico de familia de la zona de Camarzana de Tera, profundizamos en esta doble vida.

-De pequeño, ¿jugaba más con el fonendo o con las baquetas?

-No tenía ni idea de lo que estudiar. Hice Medicina porque me dio la nota de casualidad y me tiraba la vía sanitaria. La batería la toco desde pequeño, pues aprendí con mi padre y formé grupos desde los dieciséis.

-¿Cómo ha acabado de médico de familia en la zona de Camarzana de Tera?

-Me fue gustando, cogí Familia porque me parecía una especialidad más humana, más de contacto con la gente. Tras acabar la residencia pasé por Palencia y por Benavente. Ahora Valladolid.

-Díganos pros y contras de trabajar como médico en zonas rurales.

-Las ventajas son clarísimas: trato cercano con el paciente, del que conoces el entorno y adquieres más confianza. La desventaja solo es una: los medios, que haya consultorios donde no haya un desfibrilador me parece un poco triste.

-Entró en el mundo laboral cuando la palabra más escuchada era "recortes". ¿En qué los ha notado?

-En una cosa que llaman "acumulaciones" y que se estableció por Decreto en el año 2012. Pasamos de trabajar treinta y cinco horas a treinta y siete horas y media, en las que se asumía que apenas haya sustituciones. Esto quiere decir que las vacaciones o días libres de los compañeros no se cubren y somos los propios compañeros los que nos hacemos cargo de esos pacientes, en mi caso, hacer los pueblos de otro.

-¿Se le queja la gente?

-¡Hombre claro! No somos los Ángeles de Charlie, no podemos estar en dos sitios a la vez. Por eso yo invito a la gente a que pongan hojas de reclamaciones.

-¿Cómo combina esta profesión con la música?

-Con mucha paciencia de mis compañeros, a quienes les agradezco que entiendan la situación. Aunque hay momentos en que te ves saturado, tengo claro que necesito seguir con las dos cosas. "Sarna con gusto no pica", pero llevado al extremo.

-¿Cuál es el problema para que sea tan difícil vivir solo de la música?

-Hay varios: en nuestro ámbito que no hay una escena de rock como en otros países, tampoco está en nuestra cultura que la gente vaya a los bares donde haya música en directo. La crisis ha reducido el número de salas en las que tocar. Todo esto frena el éxito.

-¿Internet ayuda o perjudica?

-Internet ha devaluado la música en el sentido de que todo está a golpe de clic. Antes descargándola y ahora escuchando en "streaming". Hay que redirigir las retribuciones a las bandas desde las plataformas de música en línea.

-En septiembre participará con "Tuxedo" en un festival en la capital zamorana, ¿qué encontrará la gente que acuda al Festibalc a verles?

-En Zamora he tocado con "Corzo" y con "Arizona baby". Ahora vuelvo con "Tuxedo", un grupo que ofrece un viaje sensorial en todos los sentidos, con melodías más para escuchar que para bailar. Hacemos música con pasajes ambientales, con coros, cercano al folk y la psicodelia. Además, es el primer disco en castellano.