Una petróloga y una arqueóloga confirmaron hace apenas unos meses el diagnóstico realizado por la arquitecta del proyecto en octubre de 2013. El estado de las fachadas está degradado, la piedra en mal estado y deteriorándose, y las humedades y la suciedad están pasando factura al edificio. El Instituto de Turismo de España dio luz verde a la actuación con un presupuesto de 209.661 euros y se solicitó licencia en el Ayuntamiento, pero las obras lejos de haberse ejecutado más de dos años después parecen estar en el aire tras las elecciones y la formación de Gobierno.

«La madrugada del 15 de marzo de 2013 se produjo el derrumbe de una pasarela de construcción reciente, situada en las inmediaciones del Parador de Turismo de Benavente. Este hecho, unido a la notificación de la existencia de una grieta en la cara sur de la torre histórica integrada en el establecimiento hotelero produjo una situación de alarma, ya que se pensó en el posible deslizamiento del terreno de asiento del parador», recoge como primer antecedente la memoria del proyecto.

No fue así. «Una vez comprobado el estado del inmueble y su entorno se vio, por una parte, que el derrumbe de la pasarela había sido un hecho aislado, cuyo deslizamiento fue motivado por las abundantes lluvias que se produjeron con carácter previo al suceso; y por otra parte, que la grieta de la torre ha existido desde comienzos del siglo XX, cuya apertura pudo estar motivada quizá por un asentamiento del terreno, cambios de humedad de éste» y otras causas, segúnprecisa la arquitecta redactora.

De hecho, en la inspección del parador se comprobó que «la grieta no revestía peligro» aunque «la torre demandaba una restauración de sus fachadas».

La Torre del Caracol, señala la proyectista, muestra exteriormente signos de degradación por paso del tiempo, «que se materializan en la suciedad superficial generalizada, con especial concentración en las zonas de escorrentía del agua de lluvia, meteorización de la piedra de los sillares, algunas zonas localizadas de vegetación y pintadas de grafiti en el zócalo inferior». Además, la humedad de capilaridad concentrada en las zonas de contacto con el cambio de cota del terreno es la consecuencia de que la piedra de esta zona de la torre «presente igualmente degradación».

La sillería sufre pérdida de material en zonas localizadas, deterioro de las dovelas, pérdida de las aristas de impostas, la ya citada grieta vertical en la fachada sur y falta de determinados elementos, como modillones, alféizares y otros. Las humedades de capilaridad están afectando especialmente al zócalo inferior de la torre.

Para resolver los problemas detectados, el proyecto contempla una limpieza general de los paramentos; el retacado de las fisuras mediante cuñas de madera y relleno de cal en los sillares, así como su reposición y colocación; el microcosido de algunos elementos de los balcones; la reconstrucción volumétrica de los sillares; la sustitución del sistema de iluminación exterior de la torre y la recolocación del cableado de la fachada; además del repaso de grietas del interior de la torre.

La arquitecta recomienda en el proyecto que todas las actuaciones de la torre se realicen con seguimiento arqueológico, y ha previsto que se intervenga igualmente en la terraza de esquina del pabellón de habitaciones occidental, en el que un viga de madera ha girado sobre su eje y ha producido agrietamiento del muro de fábrica en el que se apoya. Sin embargo, dos años después de concretada la actuación, lo constatable es que no hay al parecer fecha cierta para el comienzo de las obras.

El Parador Nacional de Turismo Fernando II entró en funcionamiento el 20 de marzo de 1972 después de tres años de obras. A finales de los años 90 el inmueble se encontraba considerablemente avejentado, por lo que se realizaron obras de sustitución de las instalaciones. En la Torre del Caracol se acometieron obras de recalce de la esquina suroeste ejecutando un proyecto de consolidación que consistió en la disposición de una retícula de micropilotes delante de la cimentación de la torre, los cuales se ataron en cabeza mediante una viga de hormigón, que a su vez se ancló diagonalmente bajo la estructura. En enero de 2013 la dirección del Fernando II detectó la grieta en la fachada meridional. Esta grieta «recorre verticalmente los paramentos y adapta su trazado en función de los huecos que encuentra a su paso». Según los técnicos, esta lesión del paramento «se generó mucho antes de la rehabilitación como parador, cuya obra realizó el rejuntado y eliminación de la fisura», pero con el tiempo volvió a aparecer. Tras ser detectada nuevamente hace tres años, se colocaron testigos de escayola para controlar posibles movimientos. «Sin embargo, no han presentado rotura», indica la memoria del proyecto.