El siglo XVII alumbró en Benavente a dos de los compositores de música religiosa más significativos del barroco español: Alonso Rodríguez Torices y Benito Bello de Torices. Sin embargo la ciudad no les recuerda y ningún vestigio da cuenta en Benavente de la importancia de los dos músicos que, aunque compartían el segundo apellido, no tenían parentesco alguno. Plebeyo el primero, hidalgo el segundo, ambos desempeñaron el magisterio musical durante toda su vida, especialmente Alonso, que fue maestro de capilla en algunas de las catedrales más importantes de España.

Parte de sus obras, se extendieron a Europa y a Hispanoamérica. En las catedrales de Santa Fe de Bogotá y de Guatemala se conservan algunas de las partituras policorales de Alonso, en concreto el villancico negro Toca la flauta, una de sus obras más conocidas. Del mismo modo obras de Benito Bello de Torices se conservan en la Bayerische Staatsbibliotehek de Múnich (Alemania).

Dos estudios hacen justicia a Alonso Rodríguez Torices, cuya música "es uno de los exponentes más significativos del barroco zamorano y español, así como uno de los momentos más relevantes en la música del siglo XVII", según concluye el musicólogo Paulino Capdepón Verdú en un trabajo publicado en 2007 en el anuario el IEZ Florián de Ocampo.

Torices nació en 1634 en Benavente y fue bautizado el 15 de noviembre en la parroquia del Santo Sepulcro, según relata en otro estudio el también musicólogo Jose Ignacio Palacios Sanz, en el que aporta las pruebas de genealogía y limpieza que tuvo que superar el benaventano para acceder al magisterio de la catedral de Málaga. Alonso, según Palacios, fue niño de coro en la catedral de Zamora bajo el cuidado y formación del maestro Pedro Manrique en lo tocante a la música, y del corneta Francisco de Lechón y el músico Bartolomé Galindo en la formación gramatical. Tras pasar un tiempo al servicio de la catedral zamorana, y de ocupar un puesto de criado para un racionero, fue admitido como colegial en un seminario. En 1653 adquirió la condición de maestro de capilla de la colegiata de Toro.

La trayectoria de Alonso Rodríguez Torices fue amplia. Fue maestro de capilla en la catedral de El Burgo de Osma (Soria), desde donde pasó a ocupar el mismo puesto en la catedral de Sigüenza (Guadalajara). En 1663 el cabildo de la catedral de Zamora le ofreció el puesto, que desempeñó hasta 1666, año en el que se convirtió en maestro de capilla de la catedral de Málaga, de la que saldría esporádicamente.

Aquí sin embargo no concluyó su magisterio. Relata Capdepón que en El Pilar de Zaragoza Alonso llegó a ejercer como maestro en el año 1671, no así en la catedral de Salamanca, plaza que había ganado pero donde nunca se presentó para ejercer. Del mismo modo "Alonso de Torices debió disfrutar de gran fama en vida, pues fue llamado a Madrid para desempeñar el magisterio de capilla de las Descalzas Reales. El cabildo de Málaga, enterado del ofrecimiento y de que le habían enviado 300 ducados para el viaje, temeroso de perder al maestro, consultó con el obispo" y se le aumentó el salario. Sin embargo, textos conservados en la Biblioteca Nacional de Madrid parecen probar que Torices compuso villancicos para las Descalzas en la navidad de 1680, lo que parece indicar que ocupó el puesto.

Como compositor, Alonso Torices ha sido situado por algunos expertos "entre los principales compositores españoles del siglo XVII que han escrito obras policorales sobre textos litúrgicos y villancicos religiosos".

Su evolución estilística se diferencia en dos etapas. En la primera, hasta el año 1666, fue fiel a los postulados de la polifonía clásica del siglo XVI. Pero a partir de ese año, ya en Málaga, adoptó técnicas de la seconda prattica o estilo barroco, caracterizado por el empleo de la policoralidad, según explica Capdepón.

Alonso falleció en Málaga en 1683, pero toda su producción musical había quedado bajo la custodia de una hermana suya que vivía en Benavente. Varias catedrales se la pidieron, pero esta prefirió a Burgo de Osma que sin embargo no estaba dispuesta a comprarla. Las gestiones no se completaron al parecer.

"La capilla musical de la Catedral de Zamora vive durante el Siglo de Oro una de su etapas más esplendorosas, que la convierten en uno de los centros musicales más importantes de la España del siglo XVII. Compositores como Alonso de Tejada, Juan García de Salazar y Alonso de Torices", contribuyeron a ello.