El Corral de Trasmonte, ubicado en Colinas, es el nombre de la primera explotación industrial de la provincia de gallinas camperas. Dos jóvenes emprendedores, Lorenzo Mojena Losada y su pareja Silvia Cañibano Álvarez, sienten con ilusión que su proyecto se está haciendo ya realidad no sin antes haber superado un largo proceso administrativo lleno de trámites y demoras que pudieron llegar a frustrar la iniciativa, ahora aplaudida por el consumidor.

Solamente han transcurrido dos meses de plena actividad del corral y los huevos del millar de ponedoras vienen recibiendo una gran acogida en el mercado. Y ello con pretensiones de ampliación, según Lorenzo Mojena.

Vivir en libertad

Las gallinas viven en libertad y son alimentados y cuidadas atendiendo a la normativa europea de bienestar animal. Llegan a tierras zamoranas, al "Corral de Trasmonte" en el término de Colinas, procedentes de tierras gallegas con 16 semanas, cuando son pollitas. Eso si, "las quiero cuidadas en el suelo", advierte el joven avicultor, explicando el proceso para disponer de un apreciado producto como el huevo de las camperas. Una vez que entran en el corral permanecen casi 50 días en el piso o "slat" para que vayan adaptándose a la puesta de huevos. Así se van acostumbrando, "porque a ellas les gusta la intimidad y por eso se colocan en la zona más oscura del gallinero". De ahí se consigue un huevo limpio y generoso en la mesa.

Es casi el millar de gallinas ponedoras de la raza Lohman Brown-Classic, un ganado criado desde pequeño en el suelo, porque así están acostumbrados a salir a los patios, a los paseos de recreo, al campo provisto de alfalfa, del trébol y de la hierba, de leguminosas como aporte importante para generar el huevo. Esta es la base primigenia de ese bienestar animal obligado por la normativa necesario en unas instalaciones con una explotación de este tipo.

Buena venta

A los 18 ó 19 meses, las gallinas bajan la producción y es cuando le toca el turno del relevo con el fin de mantener esa media de puesta cada gallina cifrada en torno a 320 huevos al año. Las gallinas forman grupos de una docena con su líder que las maneja a su antojo.

Tanto Lorenzo Mojena como Silvia Cañibano son de esas parejas que lo hacen todo, son criadores, productores y vendedores, y como ellos aseguran el mercado está abierto, los huevos del "Corral de Trasmonte" "se venden muy bien". Desde aquí salen los apreciados alimentos tras una selección de calibrado o gramaje con la cáscara estampada con la trazabilidad del producto para su puesta a la venta.

El Corral de Trasmonte es, según sus mentores, la primera explotación de ponedoras camperas de la provincia, tiene su propia página en las redes sociales a través de Facebook.