Ana Belén Domínguez Gutiérrez, Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Salamanca y especialista en Logopedia por la Universidad Pontificia de Salamanca, habla en esta entrevista de la investigación de I+D+i que ha desarrollado en los últimos cuatro años con personas con sordera, investigación que confía en renovar antes de finalizar el año. Hace un breve espacio de tiempo la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) la ha acreditado como catedrática y Ana Belén confía en poder ocupar una plaza en la Universidad de Salamanca cuando salgan a concurso.

-En su investigación con personas sordas ha descubierto dónde están los problemas de estas personas, sobre todo a la hora de escribir. ¿Qué soluciones caben ahora para que lean y escriban sin dificultades, como cualquier otra persona?

-Pues esa es la pregunta del millón. El siguiente paso que formará parte del próximo proyecto de investigación que pidamos, y que esperemos también que salga en noviembre porque este ya se nos acabó, es diseñar y desarrollar estrategias de enseñanzas de la lectura para alumnos sordos.

-¿Cómo?

-Básicamente habría que incidir en las dificultades que hemos visto que tienen, sobre todo a nivel de sintaxis, vocabulario y fonología, y fundamentalmente la idea que tenemos es plantear esta enseñanza como si fuera la enseñanza de una segunda lengua, utilizando estrategias que se están empleando para trabajar por ejemplo en la enseñanza del español a personas extranjeras. Yo creo que ahora mismo la Universidad de Salamanca, que es la Universidad del español, por parte de la gente del equipo de la Facultad de Filología se están diseñando unos materiales muy buenos que acaban de terminar de hacer sobre enseñanza del español como segunda lengua y acaban de elaborar un curso masivo abierto y en mi opinión la idea iría por ahí: intentar trasladar ese diseño de lo que es la enseñanza del español como segunda lengua, trasladarlo también a las personas con sordera.

-Con relación a la tecnología y a sus deseables avances. ¿Se pueden llegar a inventar mecanismos tecnológicos que acaben con el problema de la sordera y el aprendizaje posterior para las personas con sordera?

-Pues siempre que me hacen esta pregunta digo lo mismo: ojalá. El avance de la tecnología, sobre todo en los implantes cocleares, ha sido espectacular. En nuestro país el boom de esta tecnología se sitúa en los últimos quince años aproximadamente. En 1999 organizamos en Salamanca el primer congreso sobre lenguaje escrito y sordera. En ese congreso no tuvimos ninguna mesa sobre implantes cocleares porque no había una implantación masiva como hay ahora en todos los niños. Y recuerdo que en ese momento ya nos preguntaron por qué no habíamos puesto una mesa de implantes, ya que era el futuro, que en unos años desaparecerían las personas con discapacidad auditiva. En fin, yo en aquel momento dije lo mismo que digo ahora: ojalá. Estamos avanzando pero no tan rápido.

-Pero la mejora es evidente. ¿No?

- La mejora que se produce con los implantes es espectacular siempre y cuando se haga un buen trabajo posterior a la implantación tanto a nivel de logopedia como a nivel educativo, porque también hay niños a los que no les funciona. Pero los niños que mejoran lo hacen en percepción, en producción del habla y desarrollo del lenguaje, aunque evidentemente siguen siendo sordos.

- En el trabajo que han desarrollado en estos cuatro años han estudiado diferentes grados de hipoacusia?

-Sí. En el trabajo que hemos hecho hay diferentes grupos. Tenemos un grupo de alumnos implantados y otro de alumnos no implantados. Dentro de los implantados, tenemos un grupo de precoces, que son niños a los que se realiza el implante antes de que tengan 27 meses. Y luego los implantados tardíos, a partir de los 27 meses. Y luego tenemos otro grupo de alumnos sin implante coclear que pueden llevar audífonos. En estos grupos hay niños con sordera profunda, más de 85 decibelios de pérdida auditiva, y con alumnos con sordera moderad, entre los 60 y 70 decibelios.

-¿Cuanto niños implantados y no implantados han participado en la investigación?

-Pues 163 niños de Navarra, País Vasco, Asturias, León, Salamanca, Cáceres y Badajoz, Jaén, Córdoba, Cádiz y Madrid, de los dos colegios con los que yo trabajo y es como comenzó de alguna manera esta investigación. Nos pidieron que trabajáramos la lengua escrita con ellos. Lo que nosotros vimos es que para poder asesorarles en como enseñar a leer y escribir a los niños, primero teníamos que averiguar nosotros cómo hacen ellos para leer y porque leen de esa manera. Ese fue el origen de esta investigación, el buscar cuáles son las estrategias que ellos utilizan para leer y escribir. Si nosotros las conocemos, podremos intervenir educativamente para mejorar esas estrategias.

-Con este descubrimiento que ha realizado con su equipo detectando donde está la falla que impide a estas personas hablar y escribir como cualquier otra persona ¿Cuánta calidad de vida puede ganar cualquiera de estos niños con sordera actuando sobre el problema?

-Yo creo que ganan muchísimo en la comunicación, con todo lo que esto implica: relacionarse con los demás, poder escuchar un cuento cuando son pequeños sin lenguaje de signos, poder participar en un montón de actividades en las que de otra manera sería más complicado, ganar en definitiva en la relación social y personal. Pero aún así, hay muchas personas con implantes que me han escrito diciéndome que han ganado en calidad de comunicación pero siguen teniendo muchísimos problemas con la lengua escrita y sobre todo en las relaciones sociales. Me decía un adulto en concreto que tenía muchos problemas cuando chatea con sus amigos porque no entiende el lenguaje figurado, el doble sentido del lenguaje. Son muy buenos en lenguaje oral, pero siguen teniendo muchísimos problemas con el doble sentido del lenguaje, el lenguaje simulado.

-¿Y cómo afecta esta situación por ejemplo a entender el humor, dado que el lenguaje figurado y el doble sentido son una fórmula habitual?

-Pues muchos de los chistes que les cuentan no los entienden. Es como si a mí me cuentan un chiste en inglés, me pasa igual, que no lo entiendo. Siempre lo digo, los problemas que tienen las personas con sordera con la lengua escrita son los mismos que cuando yo leo francés.