José María Merino expresa fuerza con el movimiento de sus manos, experiencia con las canas de su pelo y sinceridad con el azul de sus ojos. Llenó el salón de actos del Instituto Los Sauces de admiradores y jóvenes que le veían por primera vez, haciendo reflexionar a todos con su mejor arma: las palabras.

-¿Los estudiantes son buenos interlocutores culturales?

-Durante la conferencia se han portado muy bien, han hecho preguntas inteligentes y junto a las preguntas de los profesores hemos hablado de muchos temas atractivos. Mi impresión de los centros escolares de Benavente siempre es buena, creo que hay buen profesorado y buen alumnado. En esta ciudad también he hecho cosas con otros colegas como Aparicio y Luis Mateo un filandón, o sea que Benavente está entre mis lugares preclaros.

-¿Está acostumbrado a encuentros con escolares?

-Llevo ya 30 años yendo a centros escolares y he visitado toda España. Cada vez menos porque me voy haciendo mayor, pero me gusta porque era lo que hacía Aba Wagner cuando iba a las trincheras de la guerra de Corea, voy al frente, voy a donde se está librando la batalla de la cultura. Me gusta ir al frente y ver lo que está pasando.

-¿Qué opinión tiene de las nuevas generaciones?

-Yo creo que tienen un problema tremendo: un sistema educativo que cada vez está menos protegido como debía por el sistema público, muy acosado por las nuevas tecnologías que en sí son muy buenas pero que pueden utilizarse perversamente y un poco desorientados en un mundo donde la familia no tiene tiempo o no quiere educarlos, ha abdicado un poco de sus obligaciones y todo le queda al sistema educativo.

-¿Cómo ve el panorama literario español?

-Hay mucha gente que se está dedicando al cuento, cosa sorprendente porque el cuento es muy minoritario en cuanto a sus lectores. En literatura sigue habiendo buena literatura y también aparece mucha literatura de consumo, quizás mucha más de la que había antes, pero eso son fenómenos que responden a la demanda social.

-¿Cómo se transmite la lengua desde las instituciones?

-El trabajo en la Academia con las palabras es una gratificación inmensa. Yo nunca pensé que me lo fuera a pasar tan bien trabajando con las palabras y eso no tiene precio. Qué duda cabe que eso repercute también en tu mirada de la literatura, de la comunicación verbal, del léxico? aquí el oficio se relaciona mucho también con el interés profundo de la materia con la que trabajas.

-¿Está de acuerdo con los que dicen que el Diccionario de la RAE está desactualizado?

-En absoluto. Va a salir la vigésima tercera edición y hay que tener en cuenta que nosotros en 300 años hemos hecho 23 ediciones, mientras que por ejemplo L'Académie française que es una gran academia ha hecho nueve ediciones en 308 años. O sea que nosotros estamos trabajando continuamente. Lo que pasa es que para que una palabra entre en el diccionario hay que darle tiempo, porque si metiésemos cualquier palabra que se pone de moda a lo mejor se quedaba obsoleta en tres o cuatro años. Yo creo que nosotros estamos totalmente abiertos a todas las palabras y, de hecho, los nuevos vocablos tecnológicos en el nuevo diccionario van a aparecer muchísimo, pero lo vocablos tienen que fijarse por escrito, en la conversación, en los libros? y si no se fijan no se pueden meter.

-¿Cómo se adaptan las palabras que proceden de otros idiomas?

-Si una palabra acaba entrando en la literatura y en la vida como «fútbol», la incorporamos. Las palabras nuevas, si se usan mucho, las ponemos en cursiva y a lo mejor con el tiempo se convierte en una palabra normal del léxico, pero meter palabras por meterlas no estamos a favor de ello porque la tecnología cambia tan rápidamente que a lo mejor cada mes tendríamos que estar metiendo palabras nuevas.

-¿Está preparando algún libro nuevo?

-Estoy empezando a luchar con una novela. Cosa muy placentera, pero todavía no la tengo en su sitio. El tema es el que me aborda a mí y no yo al tema.

-Ha dicho en el IES Los Sauces que las situaciones de mayor tensión generan creación literaria, ¿cómo influyen esas cosas en el escritor?

-Esas cosas influyen a largo plazo. Así como el periodismo está encima de la realidad, la literatura de ficción tiene que dejar que se serenen y posen porque cuando empecemos la novela ya ha pasado otra cosa. A lo mejor todo lo que estamos viviendo generará literatura dentro de quince o veinte años.

La Coruña, 1941

Pasó su infancia y adolescencia en León. Estudió Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y opositó para el Ministerio de Educación. Colabora con la UNESCO en proyectos para Hispanoamérica. Dirige entre 1987-1989 el Centro de las Letras Españolas del Ministerio de Cultura. Desde 1996 se dedica sólo a la literatura y actualmente es miembro de la Real Academia Española. Entre sus galardones está el Premio Miguel Delibes de Narrativa, por «Las visiones de Lucrecia», en 1996.