Misa, bailes y comida fueron los elementos esenciales para la celebración de la festividad de la Asociación Cultural Las Candelas, que ayer protagonizaron el día en las calles de Benavente. Pasadas las once y media de la mañana empezaron a llegar los grupos más numerosos a la Plaza Mayor, donde se repartió pastas y vino para ir «entonando» el cuerpo. No cesaron de bailar las que al ponerse el traje regional vuelven a sentirse como las «mozas» que eran cuando aprendieron los pasos de esos bailes que ayer se representaron en diversos puntos de la zona centro.

La iglesia del Carmen albergó a decenas de socios, socias y otros vecinos que acudieron a la oración. Al volver, sonaban las flautas y el tamboril, llamando la atención de los transeúntes. Para obligatoria en la plaza Juan Carlos I, en la plaza de Santa María y, finalmente, en la Plaza Mayor, donde esperaban las raciones de pulpo, acompañadas de pan, vino y agua.

El rojo, el verde y el amarillo destacaba bajo los mandiles negros. La pedrería lucía en telas y lazos y entre las filas de, mayoritariamente mujeres, podía verse a hombres con capa y sombrero y a nuevas generaciones que hacen continuar la tradición. Hasta las 14.00 horas, una exposición de trajes regionales podía verse en la Casa de Cultura La Encomienda, abierta desde el viernes a todos los públicos y preparada con cariño y esmero.

A la pulpada le siguió una comida de hermandad en un céntrico hotel de la ciudad, en la que la nueva directiva tomó el relevo. Después de que Sara Verdugo estuviera al frente de Las Candelas durante once años y fraguara su fundación, toma el relevo Rocío Huerga, nueva presidenta del colectivo cultural, que asegura estar poniéndose al día de las funciones a la vez que destaca la boda de Sara y el apoyo que ésta le ha brindado en el nuevo camino que le espera a lo largo de los próximos dos años. Todas ellas disfrutaron ayer junto al resto de socias de una jornada soleada en la que los cánticos y bailes recordaron los tiempos mozos.