Los campamentos, como las bicicletas, con para el verano, y si además se organizan sin salir de casa, más cércanos, prácticos y cómodos son. O al menos esto es lo que parece con el programa de acampada urbana organizado por la Concejalía de Juventud y Deportes en dos turnos.

Ayer comenzó el primero, que se prolongará a lo largo de esta primera quincena del mes de julio. Las plazas previstas, un total de 55, se cubrieron de forma sobrada, según explicó la responsable de la Concejalía, Ana San Román.

Los niños participantes, de tres a 12 años de edad, salieron ayer de casca y lo harán todas las mañanas lectivas de estos quince días, con la mochila al hombro para participar en las propuesta de aire libre organizados por los monitores de Directo al Corazón, la empresa contratada por el Ayuntamiento para prestar este servicio.

«Se trata de actividades de ocio y tiempo libre, también de practicar deportes y de poder ir a las piscinas a bañarse dos veces a la semana. Durante los quince días que dura la acampada urbana realizan numerosos talleres y conviven en el entorno de la estación de tren y de la pradera», explicó la edil.

Los campamentos urbanos tienen un horario estrictamente matinal. Los chavales regresan a casa a la hora de comer y al día siguiente vuelven al punto de reunión en la antigua estación de ferrocarril, como si de una ludoteca, un centro abierto o una guardería para niños más mayores se tratara.

Estos campamentos urbanos son un clásico de la programación estival municipal que inicialmente comenzaron costando 20 euros por quincena. El coste se duplicó a 40 euros con la llegada de la crisis y el servicio sigue siendo deficitario. Además de la cuota que los chavales pagan y va directamente a la firma que contrata los monitores de tiempo libre, el Ayuntamiento financia las actividades con 1.200 euros por quincena. Para la segunda acampada urbana de esta verano, recordó ayer la responsable de área, todavía hay plazas libres.