Pide a las nuevas generaciones que vayan al teatro porque cree que no les han enseñado a entenderlo como una necesidad de información, de recreación y de enriquecimiento de la imaginación y el espíritu. Asegura que no pierden nada por ir a ver al menos una obra y así conocer este mundo del espectáculo. Esta es la invitación de Saturnino García, actor que esta tarde representará en el Reina Sofía la obra «La señorita Nicotina y otros», que empezará a las 20.30 horas y que invita a ejercitar el espíritu y a ser discretos al consumir televisión para que la tele no nos consuma.

-¿Qué se van a encontrar los que hoy acudan a verle?

-El público se va a encontrar unos textos muy bonitos, pero esos textos serán representados con alma y vida.

-El espectáculo dura 65 minutos.

-Sí, lo tengo como título genérico de mis actuaciones: que no sean de larga duración porque lo bueno, si breve, dos veces breve (bromea).

-Ya ha estado en Benavente en otras ocasiones, ¿cómo es el público?

-Pues debo decir que muy bueno. Lo que no sabría decir es si es mejor o peor. Como a mí me ha ido tan bien siempre tendré que decir que es muy simpático. Es un público cordial y receptivo.

-¿Sobre qué versará la obra?

-Basta decir quiénes son los autores (Enrique Jardiel Poncela y Miguel Gila) para ver que será en clave de humor. En el monólogo habrá también textos de otros autores, aunque serán más breves.

-¿Qué opina de la popularización de los monólogos?

-Lo que yo hago tiene muy poco que ver con lo que el público en general conoce de los monólogos a través de ciertos programas de televisión. Los monólogos de la tele son como una monografía de chistes encadenados. Eso es otra cosa, es lo moderno, pero el monólogo parece ser que tiene 150 ó 200 años como pieza corta de un solo actuante. Fue entonces cuando se puso de moda.

-¿Cómo se llena un escenario con una sola persona?

-Lo primero gracias a que haya un buen autor que haga un buen texto y después que se represente adecuadamente, como debe de ser. Un buen actor siempre tiene las bases para saber llenar el escenario, pero el guión es fundamental.

-¿La obra es para reflexionar?

-La gente no quiere ir a un teatro en el que aunque se haya distraído no haya visto nada de fondo. No son superficialidades, pero tampoco es un texto con algo para que el público tenga que pensar. A mí no me interesa el público que no sea capaz de sentirse divertido por una cosa que es superficial del todo. Yo creo que hay que divertirse, hacer reír y llorar, pero con sustancia: ese es el teatro. El teatro de evasión está bien también, pero es pura evasión. El teatro tiene que dejar un sabor de boca para el día siguiente y al siguiente, porque es referencia de muchas cosas.

-Elija: ¿teatro, televisión o cine?

-Para llegar al público da igual el medio. Lo importante es el guión y el actor. Ese planteamiento yo ya lo tengo muy allanado porque no comparto diferencias entre el teatro y el cine.

-¿Económicamente corren malos tiempos para la cultura?

-En esto del espectáculo nunca corren mal por el dinero; para la cultura los tiempos corren mal por la cultura, por la educación. La cultura tiene una crisis independientemente de las otras, aunque éstas le influyan. La crisis es de siempre, es secular, es legendaria, porque nunca hay políticas que protejan la calidad de la educación y la cultura.

-En referencia a la polémica por la última gala de los Goya, ¿qué opina de las reivindicaciones realizadas en ella?

-Ningún acto del estilo de los Goya es el sitio para hacer reivindicaciones. Sí sería el sitio si quién realiza las reivindicaciones estuviera privado de la posibilidad de hacerlas en otra circunstancia, pero como no están privados de ello? por lo tanto no tiene razón de ser que en un acto como ese se vayan a hacer reivindicaciones. Todo el que es actor es colega mío, pero yo con esos colegas no tengo nada que ver y no quiero saber nada.

Barriones de la Vega (León), 1935

Aunque nació en tierras leonesas emigró cuando era joven con su familia a Baracaldo (País Vasco), donde trabajó como peón metalúrgico.

Actor por vocación ha obtenido premios como el Goya al Mejor Actor, Mejor Actor en el Festival Internacional de Sigtes, Mejor Actor El Mundo del País Vasco y Mejor Actor en Valladolid. En cine trabajó bajo la dirección de Antonio Mercero con «El tesoro» y de Díaz Yañes en «Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto». Entre las películas más recientes están «Marujas asesinas» (2001) y «Locos por el sexo» (2006). En televisión ha participado en conocidas series como «Lleno, por favor», «¿Quién da la vez?», «Menudo es mi padre» o «Compañeros».