«Paraíso de manantiales es la tierra de Vidriales» o al menos en la cabecera del Valle, en los orígenes del arroyo que discurre por el territorio vidrialés, el Almucera. Desde la fuente de La Mora en Congosta, cuyas frías y cristalinas aguas corren rápidas hasta el embalse de la presa de este término con vocablo berciano, al igual que el de Ayoó, la proliferación de fontanas, de manantiales, se muestra por doquier en todo el territorio cabecera del Valle.

La fontana de uno de los cenobios más antiguos del norte de la provincia de Zamora, la de san Ageo o de la iglesia como la denominan los lugareños viene siendo estos días objeto de restauración por parte del Ayuntamiento. Fue hace cuatro décadas cuando se realizaba la última intervención de reforma, pero en los últimos meses, de los caños del conjunto de hormigón ya sólo surgía un hilo de agua. Necesitaba de un aforo, de una limpieza, para que las aguas que posiblemente mitigasen la sed al reducido grupo de monjes llegados desde el Bierzo en los últimos decenios del siglo IX cobrasen nuevamente vida.

No en vano, la antigua fontana, en las inmediaciones de la iglesia de Ayoó de Vidirales o de Vidriales, edificio construido sobre las ruinas del antiguo y recóndito monasterio del abad Arandiselo (Arandisclo según figura en un epígrafe de la iglesia de Santa María de Tábara), y su primigenia comunidad de Ageo, ha servido desde entonces como inagotable aljibe del sustento doméstico cuyo líquido ha sido transportado hasta las casas y haciendas con calderos, barrilas o cántaros.

Si del antiguo monasterio sólo se conservan dos columnas de mármol con sus fustes y capiteles en los sótanos del palacio de Gaudí en Astorga, actual Museo de los Caminos, la fontana siempre se ha atribuido al cenobio de san Genadio o de Ageo. No sabemos cómo sería entonces pero el transcurrir del tiempo muy probablemente la ha llegado a transformar por completo.

El Ayuntamiento ha decidido retomar un viejo proyecto el de su reforma y acondicionamiento del entorno donde se encuentran los lavaderos, aunque en una primera fase se interviene con la mejora de la fontana y ello sufragado con fondos de las arcas de tesorería municipal, ha confirmado la alcaldesa, Sofía Tostón. Del aljibe de hormigón, revestido posteriormente de material pétreo, volverán a surgir las cristalinas aguas al exterior a través de tres caños a semejanza de los antiguos.

Al igual que la fontana de Ayoó, en otra localidad de este municipio, en la de Congosta, el Ayuntamiento proyecta la restauración de la fuente de abajo o de la poza de abajo y de sus lavaderos, confirmó el alcalde Ezequiel Prieto.

De la estructura de hormigón hace unos años que no brota el agua por lo que se pretende una limpieza del pozo construido por el que fuera alcalde de este municipio «hace ya casi 120 años», como asegura el nonagenario vecino de Congosta Francisco Gutiérrez.

A la fontana de la poza acudía a recoger agua con cántaros y barrilas la mayor parte del pueblo, sobre todo en la época de la siega de la mies. Del agua de la poza de abajo se suministraban hasta hace unas décadas todas las casas de la parte baja de esta localidad, los de la parte alta lo hacían de la fontana del alberque.

Sus aguas frías ya no brotan de una estructura de hormigón construida hace décadas al retirar el conjunto pétreo original traído expresamente desde la cantera de Congosta, sino que brotan del subsuelo de todo el espacio de la fontana y sus lavaderos donde se encuentra la poza. El Ayuntamiento pretende acondicionar esta antigua fuente y sus lavaderos a cuyos pies todavía se encuentra un viejo rodillero de madera que fuera utilizado por las mujeres para lavar las ropas.