Un año más y como manda la tradición, los vecinos de Villabrázaro ofrecieron el Ramo al Bendito Cristo de las Agonías. El lunes de Pentecostés, la venerada imagen del Crucificado, una esbelta talla de autor anónimo de mediados del siglo XVIII, acoge los más hondos sentimientos entre los vecinos de este pueblo entre caminos y culturas como lo vienen haciendo ininterrumpidamente desde la segunda mitad del siglo XIX.

Desde el año 1860 es muy probable la datación de esta tradicional costumbre que si antaño levantaba pasiones, actualmente recoge año tras año un ritual transmitido de generación en generación.

Una misa solemne en la que los vecinos y el coro parroquial integrado desde hace una veintena de años por un grupo de 16 mujeres bajo la batuta de su director José María Junquera elevan en el templo sus acompasadas voces. Los trajes regionales con las que van vestidas las féminas del coro ponen el toque de color a la celebración religiosa.

La misa en honor al Bendito Cristo de las Agonías suscita emociones, pero más aún al finalizar la celebración eucarística cuando el grupo coral entona la antigua loa en honor al Crucificado en una comitiva procesional por el pasillo central de la iglesia y precediendo al Ramo del Bendito Cristo portado por el veterano David Alonso.

Otro de los momentos llenos de emoción vividos ayer en Villabrázaro consistía en la salida a la calle del Bendito Cristo en el desfile procesional. Siempre como manda la tradición. La subasta de las roscas del Ramo daba paso a una actuación musical del grupo de mujeres y niñas que han venido participando en el curso de jotas organizado por la asociación «Brigeco». Era el momento de lucir los paños confeccionados por las féminas en otro de los cursos, en el de confección de trajes regionales.

Villabrázaro ponía así fin a un programa de festejos en honor al Bendito Cristo iniciado el pasado sábado.