En 2010 se cumplieron 430 años de la llegada de la nave Santa Catalina a México. Luis de Carvajal, el primer hombre que años atrás, tras cruzar el Río Grande se había adentrado en Texas, regresaba con cien familias para colonizar el territorio. La mayoría eran de origen judío, incluida su familia. La corona española había hecho la vista gorda permitiendo que la colonización se realizara con cristianos nuevos, cuando la ley sólo permitía viajar a españoles con tres generaciones de antepasados cristianos. Luis de Carvajal se estableció en Santa Lucía, que renombró Ciudad de León, y fundó San Luis Rey de Francia (Monterrey). Lo hizo con cien soldados y 70 familias de trabajadores.

Diez años después, cuando la prosperidad le llegaba al gobernador y a su familia, fueron acusados de judaizantes por la Santa Inquisición. Luis de Carvajal falleció en la cárcel en 1596 debido a las torturas recibidas mientras esperaba la ejecución de su sentencia. Buena parte de su familia fue ajusticiada en un auto de fe en Nuevo México en diciembre de ese año.

El libro «Historia del Nuevo Reino de León (1577-1723)» del historiador mexicano Eugenio del Hoyo, relata ampliamente en el capítulo titulado «Las gentes de Carvajal» las peripecias y orígenes de los españoles y portugueses que emprendieron la colonización de Nuevo México con Luis de Carvajal.

La explicación de por qué algunas de estas gentes de Carvajal nacieran en Benavente «tiene que ver con que la comunidad judía benaventana había sido significativa desde 1390, a raíz del progrom o persecución de los judíos que se produjo en algunas ciudades castellanas como Toledo, Valladolid y Medina del Campo», explica el historiador benaventano, Juan Carlos de la Mata Guerra.

«Muchos judíos se acogieron a la protección de los señoríos periféricos o próximos a la frontera de Portugal, entre ellos el Condado de Benavente, donde podían gozar de protección y prosperar en sus actividades», opina. De hecho, la proximidad de la frontera con el Reino de Portugal y la protección que ofrecían a esta comunidad algunos señores feudales como el conde de Benavente frente a las ciudades y villas de realengo, propició el asentamiento de algunos contingentes o grupos de judíos.

Este interés radicaba también en el aumento del número de vasallos y la repoblación de sus villas y aldeas, en que las capacidades profesionales y culturales de la comunidad judía podían contribuir de una manera efectiva a la administración y economía señorial y concejil, ya que los judíos durante la Baja Edad Media resultaron indispensables para la recaudación de impuestos y rentas, para el arrendamiento de las alcabalas, el comercio, artesanías, y muy capaces y avanzados en conocimientos especializados, como el ejercicio de la medicina y la física.

Algunas fuentes calculan que fueron unos 30.000 los judíos expulsados de los reinos de León y de Castilla. Camino del destierro pasaron por Benavente hacia Portugal, donde se refugiarían temporalmente hasta que también serían expulsados. «Muchos de ellos retornarían como juedeoconversos, estableciéndose en los señoríos y villas fronterizas. A partir del siglo XVI esta permeabilidad fronteriza se ve facilitada además por la unión de las coronas de Portugal y de España durante los reinados de Carlos V, Felipe II y Felipe III», explica de la Mata.

El luctuoso desenlace de Luis de Carvajal y de parte de su familia a manos de la Inquisición en México por practicar la religión hebrea pese a su condición de cristianos, fue recogida en «El Libro Rojo» (1870) de Vicente Riva Palacio y Alfonso Payno, y durante bastantes años la historia de Carvajal fue motivo de controversia hasta el punto de que en 1933, en pleno auge de Hitler y el nazismo, se llegó a abrir un debate en México sobre si el desembarco de Carvajal y sus cien familias «había sido un ensayo de colonización judía huyendo de la intransigencia europea para practicar la religión hebrea anticipándose cuarenta años a los peregrinos del Mayflower». Eugenio del Hoyo recoge estas disquisiciones en el preámbulo del capítulo citado sobre «Las gentes de Carvajal», donde también trazo un extenso árbol genealógico de los personajes mas importantes de la familia y sobre cuál fue su devenir. De ellos recogemos a continuación de los nombres más importantes relacionados con Benavente.

Francisca Núñez de Carvajal, nacida en Benavente en el año 1540. Era hermana de Luis de Carvajal. El apellido Núñez deriva posiblemente de su tía, Isabel Núñez, esposa de Enrique Pimentel, con quien vivió de niña. Francisca se casó con Francisco Rodríguez de Matos, natural de Valderas, que fue mercader y diezmero y sirvió durante muchos años al conde de Benavente. El matrimonio se afincó en la villa hasta el año 1576, momento en que se trasladaron a Medina del Campo. Allí les recogió Luis de Carvajal y con sus hijos viajaron en el Santa Catalina hasta la Nueva España.

De Francisca de Carvajal, recoge la historia su participación en el proceso inquisitorial: «Doña Francisca de Carvajal, viuda, mujer que fue de Francisco Rodríguez de Matos, natural de Benavente en los Reinos de Castilla, que fue quemada en estatua y huesos, de casta y generación de judíos, fue reconciliada por este Santo Oficio en año noventa por la guarda de la Ley de Moisés, relapsa en ella, impenitente ficta simulada, confitente, fue condenada a auto, coroza y hábito con insignias de fuego y relajada en persona y entregada a la justicia y brazo seglar y con confiscación de bienes».

Hijos del matrimonio, benaventanos y sobrinos del gobernador Luis de Carvajal fueron Gaspar de Carvajal, nacido en 1556, sacerdote y fraile dominico al que se le perdió la pista en Oaxaca.

Baltasar Rodríguez, que uso el alias de Francisco Ramírez natural de Benavente, donde nació en 1563, su tío le había nombrado contador del Nuevo Reino de León, puesto que no llegó a ocupar.

Luis de Carvajal «el Mozo», nacido en Benavente en 1565, fue el más conocido de todos los Carvajales y el primer escritor judío de América. Llegó a ser tesorero y teniente de gobernador del Nuevo Reino de León . Sufrió dos procesos inquisitoriales y murió en la hoguera haciendo profesión de fe en el auto celebrado en México el 8 de diciembre de 1595.

Mariana Núñez de Carvajal (Benavente, 1572) tuvo una vida dramática. Murió soltera, relajada en persona en el autor de fe 1601. Trastornada por «contratiempos sentimentales» fue encerrada en un cuarto, encadenada, completamente desnuda, atacada de locura furiosa en largas temporadas, seguidas por otras de profunda y negra melancolía, según describe Del Hoyo. El 25 de julio de 1601, con 29 años, se le dio garrote y su cuerpo ardió en la hoguera hasta consumirse.

Fueron también hijos del matrimonio Miguel de Carvajal (Medina del Campo 1577); Isabel de Andrada (Benavente, 1560); Catalina de León y de la Cueva (Benavente, 1565), Leonor de Andrada (Benavente, 1574) y Ana de Carvajal «Anica», (Medina del Campo, 1579) reconciliada por la Inquisición en 1601.

La confesión bajo tortura de la hija mayor de Francisca de Carvajal y Francisco Rodríguez, entonces ya fallecido, implicó a toda la familia Carvajal. Fueron obligados a confesar y abjurar públicamente en un auto de fe celebrado el 24 de febrero de 1590. Francisca de Carvajal y varios de sus hijos (Luis el Mozo y cuatro de sus hermanas Isabel, Catalina, Leonor y Mariana) fueron condenados a prisión perpetua; Baltasar, que había escapado, y Francisco Rodríguez, marido de Francisca y padre de todos ellos, que había muerto previamente, fueron quemados en efigie.

En enero de 1595 se activó un segundo proceso inquisitorial, acusándolos de relapsos. Todos ellos fueron ajusticiados en el auto de fe de 1596, excepto Mariana que, por haber perdido la razón, tuvo que esperar a un auto de fe posterior. Ese mismo año, en 1601, la más pequeña, Anica, fue reconciliada.