Rafael Cidón inició sus trabajos con los hilos y lanas con motivo de una visita a Benavente donde se paró en la plaza a contemplar la faena que estaba realizando un artesano ocupado en confeccionar un mantón o «pico» de lana. Cidón, al llegar a casa le pidió una madeja de lana a su mujer para intentar confeccionar un trabajo como el que había visto antes. Su mujer, Pura, no dudó en regañarle interesándose por la nueva tarea de su marido. De las manos de Rafael Cidón salió el primer «pico» que todavía conserva este artesano. Un pequeño mantón de lana de color azul que Pura se apresta a estirar sobre la mesa para contemplarlo. Pura, muestra mantones y más mantones, chales y bufandas. Estos tres tipos de piezas son los que realiza Rafael. Una estructura de tres listones de madera en forma triangular, llenos en su cara visible de puntas clavadas a modo de marcadores sirven para ir enlazando uno a uno los clavos hasta formar un esqueleto entrecruzado. El telar o patrón sirve para unir de extremo a extremo todas las puntas con el hilo o la lana. «Entre más fino sea el hilo o la lana, más delicado es el trabajo, y el mantón más elegante» advierte Cidón. El telar para hacer «picos» es triangular y el de hacer los chales o bufandas tiene forma rectangular. Un pequeño palito de madera a modo de una aguja sobre la que se enrolla el hilo o la lana se va entrelazando en el esqueleto previamente formado. Se consigue así un entramado con características similares al de una tela de araña. Una vez formado el tejido se remata el conjunto con unos flecos para conseguir una mayor elegancia en la pieza. Materiales de hilo, de lana, de cinta o de cualquier otro material textil que se pueda coser o entrelazar, son los filamentos que logran finalmente la preciada pieza que se vendrá a colocar sobre los hombros de las damas. Unos complementos en el vestir que no dejan indiferente.

Rafael Cidón ha llegado a confeccionar en torno a 600 piezas entre mantones o picos, chales y bufandas, durante estos últimos cuatro años, según confesó ayer este artesano de 72 años. Vecinos, amigos, familiares y todo el que le encarga un trabajo a Rafael Cidón parece que se queda más que satisfecho al tener entre sus manos la obra de artesanía. Todos los trabajos siguen el mismo diseño. Ni un ápice se separan del patrón que desde el primer momento comenzó a urdir Rafael. Los colores, dependiendo del hilo o de la lana y «los dibujos todos lo mismo, con flores», apunta.

De las manos de Rafael Cidón han salido preciadas piezas de confección que han sido lucidas sobre elegantes hombros femeninos en no menos elegantes ceremonias, según explica.

A sus 69 años, Pura o Felicitación sigue confeccionando trabajos en punto de cruz. «De la misma manera que desde joven». Es desde entonces cuando Pura comenzó sus pinitos con el punteado cromático sobre la tela. Eso si, el rojo y el verde predominando sobre todos los colores. Su maestra doña Rosalía le enseñó una afición que ha venido a más desde entonces. Mientras su marido Rafael pasa la aguja de madera por el entramado de lanas del telar, Pura también pincha una y otra vez la tela dejando tras de si una confección llena de colorido y representando los más diversos motivos, tanto paisajísticos, edificios, imágenes o «cualquier cosa que se tercie», advierte. Las paredes de las estancias de la casa se adornan con muchas de las obras de punto de cruz ya enmarcadas. Pura no duda en mostrar sus trabajos, algunos de ellos realizados con todo detalle.

Rafael y Pura, Pura y Rafael forman una bienavenida pareja que comparte sentimientos y quehaceres cotidianos. El cultivo de unas pocas hortalizas no impide que este matrimonio de artesanos de Quiruelas prosiga su labor, «hasta que podamos». La quietud y el sosiego llega a invadir por completo el salón de estar de la casa convertido en taller de confección, sólo roto el silencio por el entrelazado de los hilos y lanas sobre el telar y el repetido punteado entre la tela.