El croar de las ranas ha vuelto a la antigua fontana de la fragua en Fuente Encalada evidenciando la supervivencia de los batracios en el lugar. La limpieza del entorno ha propiciado que el agua vuelva a brotar de entre las piedras centenarias, así como del manantial de los lavaderos como señal de vida tanto de anfibios como de especies vegetales. Estas especies, las llamadas «melucas» u «ocas» que se extienden ahora sobre el agua sirven de cobijo para los pequeños anfibios como heraldos de la vida hasta hace años extinguida.

La intervención de los empleados municipales, previa facendera realizada por los vecinos en los pasados festejos de carnaval, ha permitido recolocar 20 losas de piedra que durante años y años soportaron los golpes de la ropa enjabonada sobre el frío pavimento para eliminar la suciedad de las telas. Su disposición circundando la balsa alimentada ahora, tras su limpieza, por un manantial de agua, ha dejado a la superficie un pequeño canal pétreo bajo las ruinas de la desaparecida fragua hasta otro estanque en las inmediaciones que servía hasta hace medio siglo como abrevadero para los animales y para el riego de los huertos cercanos. Hasta este mismo estanque llegan también las aguas de la fontana recuperada procedentes a través de un sencillo sistema hídrico de pequeños canales con muchos años de historia. Llama la atención un sencillo sistema de regulación de nivel del agua del estanque de los lavaderos gracias a dos piedras fincadas en paralelo. Al parecer un simple césped de la pradera cercana serviría para taponar las paredes y hacer de compuerta provisional. Fuente Encalada recupera paulatinamente su patrimonio local.