El octogenario vecino de Arrabalde Sergio Ríos Macías no para de trajinar durante todo el día y es que eso le ayuda a «mantener su vitalidad y la mente despejada», asegura. Este vecino que va a cumplir los 88 años de edad es «de muchos oficios» como a él le gusta que le denominen. Un día decidió que durante las cortas tardes de invierno tenía que proseguir realizando ejercicio, no sólo el permanecer jugando la partida de cartas en el bar hasta que se hacía de noche. Hace unos años, a partir de ver un anuncio en televisión, en la cabeza le rondaba el que tenía que construir una bicicleta estática.

«¿Por qué no puedo hacer una para hacer gimnasia en casa?» se preguntaba con insistencia Sergio Ríos. Aprovechando una vieja bici se aprestó a retirarle las ruedas e instalarle unos apoyos fijos hechos a base de tablas de madera con el fin de poder practicar deporte sin tener que salir de casa. Desde entonces pedalea todos los días, en la época invernal, entre unos quince minutos y media hora.

En la época en que el tiempo es más apetecible procura realizar por el pueblo unos ocho kilómetros a diario con otra bici, aunque ésta ya con ruedas. A Ríos no le fue difícil el mantener fija la bicicleta ya que es «un manitas» en el pueblo, como aseguraban ayer algunos vecinos. «Yo, todo lo he hecho en este mundo» confiesa con vehemencia el venerable vecino de Arrabalde.

En sus primeros años de juventud acompañaba a su padre a cavar las viñas «a hecho» con una azada. Simultaneaba las labores agrícolas con las de acudir de jornalero a la localidad palentina de Utilla del Pino para la siega de los trigales con la hoz.

Del mismo tenor acudía a dar cuenta de los espigados por varios pueblos de la Tierra de Campos. La localidad leonesa de Altobar de la Encomienda también ocupó parte de su vida de jornalero. Ya en el año 1946 cuando contaba con 25 años de edad se casaba con una vecina del pueblo, Angela Posada, con la que ha tenido dos hijos. Aunque la desgracia se cebó pronto en la familia dejando viudo a Sergio cuando contaba 54 años de edad.

Este vecino de Arrabalde, durante su vida matrimonial, decidía instalar en la antigua casa familiar un taller de carpintería de madera. De sus manos han salido la mayor parte de arreglos de los aperos de labranza en el pueblo.

En el taller, Sergio se dedicaba a hacer las talegas y los talegones, a arreglar puertas y ventanas, armarios, el mangar azadones, realizar arados de madera e instalarle los cavijales (la cuña de madera para enlazar con la reja), así como la mayor parte de los instrumentos utilizados en las labores características de cada época y las cotidianas.

Durante unos cuantos años, Sergio Ríos desempeñaba a la par la función de alguacil del Ayuntamiento sin olvidar su pasión por la caza. Unos años atrás, donde en los terrenos de Arrabalde abundaban liebres y conejos. Gracias a una escopeta de 2 caños paralelos del 12, procuraba aportar a la casa no pocas piezas.

Pero fue a partir de la jubilación cuando comenzó a «disfrutar en mayor medida de la vida», explica. Desde entonces procura ir a excursiones como las realizadas a Benidorm, Torremolinos, Canarias y Baleares. «O sea, que desde hace poco he viajado» apunta. Poseedor de una ágil mente y gozando de buena salud «gracias al ejercicio que hago todos los días» no duda en advertir: «bueno, alguna gotera del reuma si que tengo».

El señor Sergio, como le llaman los vecinos de Arrabalde, acude todos los días a su cuidado huerto en "Las Peñicas", junto al depósito del agua, en la ladera de la Sierra de Carpurias, que es una envidia vecinal y claro está «aquí estamos hasta que Dios nos deje estar por aquí», confiesa todo lleno de emoción.