Durante décadas, más de un siglo, la publicidad de El Correo de Zamora expresó las necesidades de la sociedad, los productos y servicios que los zamoranos precisaban: desde un trasatlántico para emigrar a Latinoamérica a un remedio para suavizar el dolor de garganta. Los productos que aparecieron anunciados en las páginas del diario no fueron muy distintos a los de otros medios locales del país.

El anunciante estrella de la primera etapa de El Correo de Zamora fue la empresa británica que sostenía la Mala Real Inglesa, una de las grandes navieras inglesas de toda la historia. Mala Real es el nombre con el que a efectos castellanos se tradujo la denominación original: Royal Mail Steam Packet Co. Fue fundada en 1839 por un escocés, James McQueen, que vivió durante una larga temporada en el Caribe y propuso al Gobierno británico la creación de una línea de vapores con las Indias Occidentales.

A continuación figuran establecimientos locales de todo tipo -bazares, joyerías y relojerías- junto a productos para la salud. Y aquí lo más curioso es que las grandes marcas internacionales, que intentan colocar ya sus eslóganes y sus logotipos, figuran remedios de todo tipo para luchar contra el dolor de cabeza o el malestar de garganta. Bien sabían los anunciantes que dichas «curas» tenían muy buen mercado, como lo siguen teniendo ahora, pues los lectores, además de leer, son personas y a nadie le gusta soportar malestar alguno si puede combatirlo.

Así, hojeando las páginas más antiguas del diario es sencillo hallar referencias de preparados y jarabes para calmar el «rabioso dolor de muelas cariadas», pastillas pectorales Merino e Hijos pues no hay por qué sufrir «cuando existe remedio» o el elixir estomacal Saiz de Carlos para «estómago» e «intestinos».

De los anuncios que aparecen hasta la primera mitad del siglo pasado emana una realidad evidente: la mayor parte de las vías de la ciudad -amén de la Plaza Mayor, «la Renova» o Ramos Carrión- corresponden a un callejero distinto. Y así, los establecimientos aparecen radicados en las calles Ramón y Cajal, bajada el Caño o avenida José Antonio. Por otro lado y ante las dificultades para establecer sedes en todas las capitales, como ahora hacen las inagotables franquicias, existe un buen número de anunciantes que no solo ofrecen sus productos, sino que además reclaman intermediarios o comerciales que coloquen sus servicios en Zamora. Es más, habida cuenta de que la provincia carecía de muchos servicios, buena parte de los anuncios remiten a los lectores a grandes ciudades con la capital, Madrid, a la cabeza.

Otro de los aspectos más significativos es el reflejo del desarrollo de un sector, el publicitario. A lo largo de los diferentes números de El Correo de Zamora se observa también la evolución gráfica que permite la imprenta y, al mismo tiempo, el surgimiento de la creatividad publicitaria. Claro que a dos velocidades: las campañas locales nada tienen que ver con los reconocibles símbolos de multinacionales como la Aspirina de Bayer o las pastillas del Dr. Andreu.

Desde la segunda mitad del siglo XX comienza a observarse en la propaganda del diario el desarrollo de determinados sectores como el automovilístico, que se convertiría en cliente preferente en la recta final de la centuria.