El centenario de la aparición de la Virgen de Fátima coincide también con el 70 aniversario de la coronación de la imagen, el 13 de mayo de 1947, por el arzobispo de Évora, Manuel Mendes. La talla fue realizada siguiendo las indicaciones dadas por sor Lucía, la superviviente de los tres niños testigos de las apariciones marianas. Tras la coronación, la imagen que ya raramente sale de Cova de Iria, escenario de la peregrinación este fin de semana del papa Francisco, recorrió el mundo visitando 64 países hasta el año 2000 cuando fue entronizada definitivamente en la basílica. La primera salida, hace ahora 69 años, tuvo como destino España y recorrió durante casi un año diversas ciudades y pueblos españoles, entre ellos la provincia de Zamora.

El acontecimiento que mereció el despliegue de páginas de EL CORREO DE ZAMORA se produjo entre los días 5 y 15 de mayo de 1949 siendo obispo Jaime Font Andreu. Y si durante las sucesivas manifestaciones en un recorrido por muchas provincias españolas se dieron cuenta de milagros producidos al paso de la imagen, la zamorana no se quedó atrás y dio cuenta de dos milagrosas curaciones, una de ellas en Corrales del Vino y otra en la capital.

Pero aquella visita no tenía solo el carácter espiritual que se le pretendía dar. Correspondiendo a la colaboración Iglesia-Estado propio de la época franquista, fue concebida como un aparato de propaganda extraordinario para una época convulsa, en plena guerra fría, cuando España vivía el aislamiento internacional al que fue sometida después de la II Guerra Mundial y sirvió para estrechar lazos entre el dictador Francisco Franco y el primer ministro Antonio Oliveira Salazar que había tomado el poder en el país vecino.

Aquel lazo ibérico tenía también su proyección internacional en un momento en el que Mao Tse Tung había logrado el control de China, la escisión germánica se confirmaba con el nacimiento de la República Democrática Alemana, se fundaba la OTAN y en Estados Unidos aún resonaban los ecos del juicio contra Alger Heiss por espionaje a favor de la Unión Soviética, precuela de la famosa "caza de brujas" desatada por el senador McCarthy.

En este clima de creciente tensión internacional, los dictadores español y luso encontraron en Fátima el acicate popular perfecto contra la amenaza soviética en el sur de Europa, que había proyectado su sombra incluso sobre Grrecua. Una de las revelaciones de la Virgen de Fátima era, precisamente, que Rusia expandiría sus errores por el mundo, y eso era lo que parecía ocurrir.

La Virgen de Fátima llegó a Madrid el 24 de mayo de 1948. Cinco días después, en la misa de enfermos, se anunciaron varios milagros: una paralítica que pudo andar, una hemipléjica afectada en el habla pudo alzar su voz y otra mujer, paralítica del lado izquierdo se levantó y se dirigió al patriarca de Lisboa, Manuel Gonçalves Cerejeira, presente en la celebración. No fueron, ni mucho menos los últimos milagros.

El periplo que la condujo a Zamora venía precedida de una formidable propaganda de la que participó activamente EL CORREO DE ZAMORA con artículos del obispo Font Andreu desde antes de la llegada. En esos mismos días, el párroco de San Vicente, Gregorio González y su coadjutor viajaron a Fátima a recoger una copia de la imagen que fue bendecida en la capilla de las apariciones y que sería luego depositada en la iglesia de la capital.

El 5 de mayo de 1949 Cubo del Vino se convierte en el primer pueblo zamorano que acoge el paso de la comitiva. Las crónicas de EL CORREO DE ZAMORA aseguraban que "el vecindario en pleno salió a recibirla (a la Virgen) cuatro kilómetros antes de su llegada y la acompañço en medio de un fervoroso entusiasmo, bajo una lluvia incesante". Las calles del pueblo se habían engalanado convenientemente "con vistosas colchas y colgaduras que pendían de balcones y paredes", así como tres arcos de ramaje. "Ancianos, mujeres y niños se disputaban en noble porfía el honor de llevar las andas", relataba el animoso periodista en una crónica adaptada al lenguaje de la época y de la ocasión. El pueblo entero cantó la Salve a la venerada imagen y se celebraron 700 comuniones en el pueblo, al que acudieron numerosos vecinos de localidades próximas.

Y es en Cubo del Vino donde se da a conocer, días después, el primero de los milagros marianos en tierras zamoranas. "Se trata del obrero Pablo Robles, que se encontraba paralítico desde hace cuatro años sin poderse valer para nada por sí mismo. Lo llevaron a la carretera para presenciar la religiosa comitiva y orar ante la Virgen Madre (€) Cuando tocó sus andas duce que sintió que un calor intenso se extendía por todo su cuerpo. Vive en un segundo piso y cuando la gente quiso cogerle en brazos para subir las escaleras como lo habían hecho otras veces dijo: Yo solo lo subiré, pues la oración que le dije a la Virgen ha sido atendida" Y sus vecinos, entre lágrimas, según relata la crónica, vieron cómo Pablo Robles ascendía por las mismas escaleras que ellos le ayudaban a sortear desde hacía años.

La siguiente parada se produjo en Corrales, donde se repitió el fervor entre la multitud, siendo los niños, en esta ocasión, los que abrieron paso con banderolas y leyendas dedicadas a la Virgen María. La talla de Fátima fue velada ininterrumpidamente durante toda la noche y a las cuatro y media de la tarde se puso rumbo a Morales del Vino. La ermita del Cristo era el último punto antes de la entrada triunfal en la ciudad, para la que se había dispuesto un ceremonial pormenorizado a cargo de una constituida Junta Pro Fátima. Las normas, publicadas también en EL CORREO DE ZAMORA, incluían los adornos por las calles por donde había de transcurrir el cortejo, los turnos de carga y la distribución de autoridades y público debía seguir instrucciones precisas: "Los hombres se situarán a lo largo de todo el paseo de la avenida de Requejo. Los niños ocuparán la antigua carretera de Tordesillas, es decir, toda la acera de los hoteles que comienzan en la emisora local. Las mujeres se situarán en la avenida de José Antonio Primo de Rivera desde la emisora hasta la plaza de Alemania. Para la procesión se advertía "riguroso silencio" y el rezo del Santo Rosario que, emitido desde Radio Zamora, sonaría por los altavoces dispuestos por todo el recorrido.

No existe en EL CORREO DE ZAMORA de la época más que el testimonio escrito, porque las únicas fotos que se repitieron en las publicaciones del 5 al 15 de mayo son imágenes de archivo de los tres pastorcitos, estampitas de la Virgen o una actual de sor Lucía. Pero las crónicas refieren que más de 15.000 personas acompañaron a la Virgen de Fátima por las calles de la ciudad. Hasta se destaca que dos palomas blancas permanecieron a los pies de la imagen, aunque entre las citadas instrucciones de preparativos se encontraba, precisamente, la suelta de palomas blancas al paso de la talla.

La imagen visitó los barrios de Cabañales y San Frontis, la parroquia de San Torcuato, San Lázaro€ Siempre bajo el "delirante recibimiento" de unos zamoranos arrebolados por la fe. Al fin, el 15 de mayo, se celebra la misa de enfermos en la Catedral. Algunos pacientes fueron recogidos de sus domicilios para asistir a la misa. "Los enfermos de mayor cuidado y los imposibilitados fueron colocados en primera fila, formando un círculo de gran extensión ante el altar". El atrio aparecía "totalmente abarrotado de enfermos", unos 500. Más de mil personas comulgaron tras la eucaristía presidida por Font Andreu con las Juventudes de Acción Católica poniendomúsica en aquel ambiente extraordinario que continuó después en procesión hasta la Plaza Mayor y San Vicente.

El clima era propicio para que sucediera una nueva curación milagrosa. El periódico no escatima en detalles sobre la enferma cuyo mal parece haber remitido sin explicación científica. "Se trata de la señorita Justa Junquera Alonso que llevaba cinco años imposibilidad casi totalmente y desde anoche mueve los brazos y puede sostenerse sentada, lo que antes no podía hacer". Por el domicilio de la enferma, en la calle San Andrés, donde también se situaba entonces la redacción del diario, pasan "numerosas personas para comprobar el hecho". Justa Junquera siguió la misa de enfermos recostada en una camilla facilitada por Cruz Roja y "en el instante de la comunión concentró todo su pensamiento en que se hallaba en la presencia de Dios y pidió a la Virgen que, si era merecedora de ello, que se dignase curarla de la dolencia". La mejoría no fue inmediata, comenzó esa misma noche. Su familia atestiguaba que le habían remitido los dolores y podía mover el brazo y la mano derechos.

EL CORREO daba cuenta días más tarde de la marcha que el paralítico curado en Cubo del Vino, Pablo Robles, seguía mejorando y hasta se había podido reincorporar a su puesto en la Renfe y volver a cobrar su sueldo. Justa Junquera también seguía mejorando. La Virgen de Fátima volvió a su Cova de Iria a finales de ese mes de mayo, pero al menos, entre los zamoranos atribulados de la posguerra dejó sitio para la esperanza en tiempos tan amargos.