Al grano
Mantener el espíritu de Sanabria
El frente común por el agravio de Renfe debe extenderse a toda la provincia

Manifestación en Zamora por el tren / José Luis Fernández
Dicen (más los chinos que nadie) que el aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo, que hay detalles que sin que nadie sepa por qué trascienden y se agrandan hasta llegar a cambiar maquinarias pesadas y engranajes consolidados que parecían inamovibles. Renfe ha agraviado a Sanabria al retirarle dos paradas mañaneras del tren que ya no serán tales a partir del próximo lunes. Y lo ha hecho bajo el argumento falaz de la falta de rentabilidad y de la escasez de usuarios del servicio. Nada nuevo, eso es lo que ocurre todos los días en los territorios despoblados.
Pero la decisión, que hiere por sí misma, está rebozada además en veneno: duele y mata más porque ha llegado tras las declaraciones de un preboste mediático, Abel Caballero, alcalde de Vigo, al que le sobran luces de neón y falta mano izquierda, que pidió solidaridad a Castilla y León para entender la supresión de servicios en la región en aras de que los viajeros de Vigo lleguen unos pocos minutos antes a Madrid.
Caballero ha exigido para él y su gente lo que sabe que el Gobierno tiene que quitar a otros. O sea lo mismo que hacen muchos catalanes y vascos. Es el sino de los tiempos, aprovecharse de la debilidad del otro, pedir solidaridad para uno restándosela al vecino, emponzoñar los valores democráticos, retorcerlos hasta que canten La Traviata. Y silbar.
Pero el conflicto creado por el recorte de trenes en Sanabria y otros puntos de Castilla y León tiene otra deriva que lo envenena aún más. ¿Cuál es? Pues que el ministro del que depende Renfe es Oscar Puente, prototipo de político de este tiempo: nombrado para repartir hostias dialécticas un día sí y otro también, pretoriano hasta el extremo... Y..., además, de Valladolid..., con todo lo que eso significa para Zamora (un dato: la provincia vallisoletana tenía a principios del siglo XX la misma cantidad de habitantes que la zamorana, miren, miren ahora los censos)
Por eso, Zamora tiene que aprovechar el aleteo del lepidóptero en Sanabria por si ahora sí resucita el espíritu reivindicativo de la provincia. Hay que mantener como oro en paño el frente nacido a la sombra de la injuria por la supresión de frecuencias de trenes y extenderlo a otras cuestiones: ¡hay tantas cosas que exigir en Zamora! Ese, ese sería el gran milagro, lograr que el victimismo endógeno derive en un deseo de sacar la cabeza de debajo del ala, de cantarles las verdades del barquero a los que mandan, de que los partidos políticos se pongan de acuerdo en lo básico, de dar un puñetazo en la mesa... En fin, en hacer lo que no hemos hecho nunca.
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