Al grano

"Mataperros" (y "matagatos")

OPINIÓN | Una nueva norma pone patas arriba clínicas y consultas veterinarias (y a los dueños de mascotas)

Un perro en una clínica veterinaria.

Un perro en una clínica veterinaria. / Archivo

Celedonio Pérez

Celedonio Pérez

La ley de bienestar animal condena a quien maltrata a perros y gatos (y mascotas en general). Bien hecho. La evolución humana debería transitar por el camino que lleva al respeto de todos los seres sintientes. Perfecto. Para eso (para marcar la senda) debería estar la Administración, el gobierno de todos, ja. Y parece que lo está cuando se trata de meter en vereda al individuo, pero no cuando tiene que aplicarse la norma, qué va. Voy con un ejemplo, pero hay muchos.

En enero entró en vigor un real decreto que regula la utilización de antibióticos en el tratamiento de animales de compañía. El uso en los de granja ya se aplica desde 2018. Pues la norma, que ha puesto en pie de guerra a veterinarios y muchos dueños de mascotas (hay más colas en clínicas y consultas de albéitares que en las de los humanos), se va a cargar, si Dios no lo remedia, miles de animales callejeros sin documentación. Así, por la "jeró".

Además va a retrasar y encarecer los tratamientos, atascar clínicas y consultas, burocratizar hasta reventar el proceso y provocar el efecto rebote, esto es, que los dueños de mascotas apliquen a su antojo los "sobrantes" de las cajas de antibióticos compradas en las farmacias porque se restringe la prescripción, dispensación y uso regulado, funciones, hasta ahora, propias de los profesionales. Los veterinarios se quejan de que la normativa entorpece su trabajo y anula el criterio clínico y las decisiones rápidas, las que salvan vidas.

Pero hay más, mucho más, los animales no identificados (los que no tienen chip, o sea todos los callejeros y algunos de los otros) quedarán desatendidos. Si no hay trazabilidad clara, no hay tratamiento. Los profesionales, antes de recetar, tienen que esperar al resultado de las pruebas diagnósticas. Y rezar para que no se le mueran las mascotas. Y estar en contacto permanente con el PresVet, organismo del Ministerio de Agricultura, que va a ser quien lleve las riendas del proceso.

¿Quién gana con el R.D.? Las farmacéuticas, claro, ¿les suena? El departamento que dirige Planas dice que la directiva es europea (¿pero la Comisión no se cansa de tocar los cataplines?) y que tiene un fin loable, reducir el consumo de antibióticos y controlar la resistencia bacteriana, también en los humanos. ¿Pero alguien come carne de gato o de perro por aquí? En algunos países asiáticos y de EE UU, según Trump, sí, pero aquí, hombre, Planas, no.

Los veterinarios de animales de compañía están temblando: se sienten ninguneados profesionalmente, han sido forzados a convertirse en gestorías y las multas a las que se enfrentan son de muerte, entre 6.000 y un millón de euros. De la problemática de los veterinarios de animales de granja escribiré otro día. Andan locos con el cupo de antibióticos. ¡Que Dios nos coja confesados y con muda limpia!

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