Al grano

Vergüenza de país

20 años del 11-M, nunca la polarización fue tan profunda

Atentado del 11-M

Atentado del 11-M / EFE

Celedonio Pérez

Celedonio Pérez

Vergüenza de políticos por no decir vergüenza de país. Así nos sentimos muchos hoy. Hasta seis formas diferentes de homenajear a las víctimas del 11-M se escenificaron el lunes. Y no, no fue porque una pena tan grande no quepa en un solo vaso lacrimatorio, fue porque vivimos abiertos en canal, en dos partes vueltas de culo que cuando se giran, se arañan. Vivimos en constante “guerracivilismo” y, además, nos gusta teatralizarlo, rebozarnos en la mierda.

Unos, y ahora hablo de los políticos, porque en vez de llorar por las víctimas y apoyar a sus familiares siguen recordándoles a los otros que mintieron y no han reconocido la mentira (como si mentir hoy tuviera alguna pena), los otros porque culpan a los unos de haber parido la división, de haber conculcado el orden en una jornada de reflexión electoral, de usar el dolor para tomar el poder (como si hoy no hubiera resucitado Maquiavelo).

Vergüenza de ser periodista porque los valores que fueron un día la enseña de la profesión están hoy, arrugados y escondidos, en el fondo de la mochila que hemos cargado de parcialidad, “siboanismo” con los nuestros y vesania con los otros. Quien quiera triunfar en el oficio debe ir primero a lustrarse al partido y vaciarse del todo, que ya no hay ideología, que solo quedan causas, repartidas al tuntún entre lo que antes se llamaba izquierda y derecha. Hay que tomar lecciones del “No pasarán” o del “No es no” y de lo contrario, que todo vale cuando lo que se vende son retales y oficinas para ganar elecciones.

(Perdón les pido a quienes —periodistas, me refiero— todavía quedan por ahí que se quitan las gafas de colores para ver la realidad. Lástima siento de ellos, pero también admiración, que no es fácil nadar a contracorriente).

Han pasado veinte años desde el atentado terrorista más sangriento de Europa (más de 2.000 víctimas, entre muertos y heridos) y hasta han prescrito los delitos investigados en la causa. Pero lo que no ha prescrito es la división del país, entre los que querían que los terroristas fueran etarras y los que preferían que fueran yihadistas y así todo se podía relacionar con la Guerra de Irak. No solo no ha mermado la polarización, todo lo contrario, se ha ido por encima de los montes y los cielos tomados al asalto.

Malditos sean los culpables de dividir al país entre buenos y malos. Malditos quienes están todo el día alimentando la polarización. Lloremos todos juntos por nuestras víctimas porque el dolor sale del mismo sitio y las lágrimas son transparentes e incoloras.

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