Zamora, si es que hubiera una biblia de agravios, representaría mejor que nadie la condición de provincia desmantelada y vapuleada por quienes, gobiernos e instituciones, deberían trabajar para ir asentando los pilares del futuro en cada parte del país, en cada territorio. Y aquí, en este cajón de maltratadores de lujo, no se salvan ni humanos ni divinos, ni partidos políticos (PP y PSOE) con mando en plaza, ni tan siquiera los zamoranos (los que han controlado y controlan, también las estructuras económicas) que, por un afán de autodestrucción digno de análisis psicoanalista, se han dedicado y dedican a hacer zanjas que debilitan el edificio añoso que sostiene esta geografía de pistola.
La última. El Ministerio de Transportes convoca ahora un estudio de viabilidad para reactivar el corredor ferroviario de la Ruta de la Plata, la línea Plasencia-León, cerrada por el gobierno socialista en 1985 y no reabierta por el popular, a pesar de la promesa solemne (todo en él tiene ese aire de falsa transcendencia) de Aznar en Benavente un año más tarde.
Zamora es, lo he escrito en el primer párrafo, biblia de agravios y también, por tanto, fuente de planes, estudios, promesas e informes incumplidos. Que los zamoranos piden no-sé-qué-cosa, pues eso, hay que hacer un estudio de viabilidad, dice el gobernante de turno al cachicán del ramo. Mientras tanto se pasan los años y la vida y los zamoranos nos hemos ido adocenando, acostumbrándonos a un destino pintado en gris que nos está agriando –aún más- el carácter de perdedores.
Ahora que está desmantelada parte de la vía, las estaciones derruidas y la maleza se alimenta de traviesas y silencio.
¿Un estudio de viabilidad del corredor ferroviario de la Ruta de la Plata? ¿Pero qué despropósito es éste? Ahora que está desmantelada parte de la vía, las estaciones derruidas y la maleza se alimenta de traviesas y silencio. Precisamente ahora que sabemos que el manoseado Corredor del Atlántico a quien va a favorecer de verdad es al País Vasco y que esta zona en los despachos oficiales solo se ve como reservorio de biodiversidad. ¡Vale ya de tomarnos el pelo!
En tiempos de investiduras fallidas, Zamora debería proponerse para muñeco del pimpampum oficial del régimen. Seguramente nos iría mejor a los zamoranos porque si fuésemos conscientes de lo que somos, hablaríamos claro y no nos engañaríamos a nosotros mismos. Ese podría ser el principio, partir de cero y llamar a las cosas por su nombre. ¡Qué nos dejen en paz y no nos entretengan con añagazas y falsedades, que ya nos han jodido bastante!