Al grano

El primer celo de Trufi

Febrero agoniza y trae vientos de cambio

Un día de niebla en Zamora

Un día de niebla en Zamora / JOSE LUIS FERNANDEZ

Celedonio Pérez

Celedonio Pérez

Anda escondida la imaginación en el armario. La mañana ha nacido plomiza, lluviosa, tirando de la manga del ánimo. Esa neblina reluciente que ha dejado el poso ondulante de la helada, no deja pensar. Busco pero no encuentro el hilo del ovillo, enmarañado Dios sabe dónde.

¿Por qué no escribir de febrero? Cualquier cosa vale en momentos de cambio, de catarsis obligada. Es el mes que navega trazando ángulos rectos, es alfa y omega de la claridad, cuando la tarde se estira como un pingajo y la amanecida mira ya con desdén al reloj cuando marca las ocho.

Febrero invita a ser. La tierra vuelve a suspirar tras salir del túnel de la edad oscura. Lleva el aire azucenas y el aroma rompiente de la tierra mojada. Se posan, altaneros, los colores más vivos sobre el manto engallado que estrenan las mujeres. Es tiempo de concebir y el campo se recuesta sobre una colcha verde que crece cada día. La cepa se pone triste tras el frío afilado y criminal del acero y empieza a notar los vahos líquidos que vienen desde abajo, de donde mana la fuerza irredenta de la luz.

Los pájaros se enzarzan en trinos soliloquios y suena todo a mañana, que nadie quiere irse, pero todo se mueve a un ritmo que despierta mil sensaciones locas, las que trae el deseo. Lleva el petricor aires de cambio y mucho trasiego que descompone ese olor al corazón de encina quemado que brota del sombrero de las casas tristes, las que siguen pegadas a un mapa, descolorido y arrugado, que empieza a desdibujarse.

Febrero lleva en su corazón una pina de esperanza, un pesario que tira hacia arriba del abismo. Hasta los pueblos pequeños reciben visitas de la capital, unos extraños seres que hablan de listas y de puestos, de repartir ilusiones en tierras doloridas.

En la televisión hablan de terremotos y guerras. El mensaje es coral y cala porque la tragedia siembra surcos en la condición humana donde germina la pena. Hablan también de leyes que son explicadas una y mil veces para ser entendidas. Nunca como ahora el sentido común estuvo tanto tiempo metido en la hura a la espera de que escampe la sequía.

Febrero agoniza entre máscaras y ritos de colorines que ensalzan el pasado preso por el futuro en una mazmorra. Sangra Trufi el primer celo y anda confundida porque Zara la olisquea con fruición. Es la hora de la pastilla y del desayuno.

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